martes, junio 23, 2015

 MENTIRAS Y REPRESIÓN




Las elecciones intermedias del pasado 7 de junio para elegir mil 996 cargos de elección popular (9 gobernadores, 500 diputados federales, etc.) han demostrado que  la mayoría de los mexicanos piensa que las elecciones son un fraude y que no vale la pena sufragar. O bien que en todo caso hay que hacer patente el repudio mediante la anulación del voto.

También quedó claro que el flamante  INE que sustituyó al viejo Instituto del Fraude Electoral (IFE) resultó un fiasco, burdo cómplice de toda clase de trapacerías que mostraron a propios y extraños  por enésima ocasión que en México el gobierno no respeta ni las reglas de la democracia burguesa, cada vez que el pueblo acude a las urnas para votar por alguno de los políticos vendidos al capital.

El INE,  supuesto garante de la limpieza electoral, encabezado por Lorenzo Córdova Vianello un  junior racista,  llegó al colmo de manipular hasta la Consulta infantil y juvenil, en la que se esperaba a 3.6 millones de chavxs. Sin embargo  disminuyó más de un millón la participación de estxs, pese al multimillonario operativo para convencer a la población de que votara por quien fuera, pero que votara y con ello legitimara el circo electoral. (Claudia Herrera, en La Jornada).

Aunque las plumas a sueldo del gobierno digan lo contrario fue muy claro que la gran mayoría del pueblo no votó o lo hizo por candidatos que consideró “independientes”, mostrando su repudio al PRI, PV, PRD, PAN y otros paleros. Veamos: De los casi 83 millones que integran el padrón electoral sufragó 47.72 por ciento. Los abstencionistas fueron más del 52 % y los votos nulos 4.76 %. Y  si al abstencionismo le sumamos los votos anulados y los que se emitieron por Morena y candidatos “independientes”, tenemos que el “triunfo” del PRI y su aliado el PV, no fue tal. Resultando que hoy México vive una crisis política, social y económica, que podría ser la antesala de un estallido social.

Sólo los profesionales de la política se empeñan en ocultar esta realidad, porque no les conviene asumir que el régimen de Enrique Peña Nieto se sostiene con mentiras y represión como cualquier dictadura.

Pero la realidad del país es inocultable hasta para los más miopes. En todos lados podemos observar los efectos de la recesión económica, el aumento del desempleo y la pobreza. Sabemos que en el país hay más de 26 mil mexicanos desaparecidos; decenas de presos políticos, ejecuciones sumarias cometidas por el Ejército y las policías; despojo de los recursos naturales y bienes colectivos por las corporaciones transnacionales; corrupción gubernamental y empresarial.
Sumado a lo anterior tenemos que gracias a la Reforma Laboral de que tanto se ufana Peña se ha intensificado la explotación  de los trabajadores; el tráfico de personas; clausura de la libertad de expresión (caso Aristegui), asesinato de decenas de periodistas; control territorial de grandes regiones del país por los carteles de la delincuencia organizada  asociada a sectores de la banca, el ejército, las policías y la partidocracia (Guerrero).

Ejecuciones sumarias como en Tlatlaya, estado de México  (30/VI/014, donde ha quedado demostrado que se fusiló a personas inermes) y  Apatzingán, Michoacán (6/I/015) cometidas por el ejército y la de Tanhuato, Michoacán  (22 de mayo) por la Policía Federal.

Tenemos que según un estudio de    Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres   el número de víctimas de la violencia durante el año pasado colocaron a México en el tercer sitio de víctimas mortales del mundo, después de Siria e Irak.

Estas son algunas de las calamidades que prevalecen y se reproducen en escala ampliada en el país en vísperas de cumplirse nueve meses de la desaparición forzada de 43 normalistas el 26 de septiembre del año pasado, sin que hasta la fecha se conozca su destino. Lo que sí queda claro es que FUE EL ESTADO  el autor de este atroz crimen.

Hoy la situación económica del país no puede ser más desastrosa. Los economistas neoliberales encabezados por Luis Videgaray titular de Hacienda y Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, han hecho todo lo necesario para empeorar la crisis del capitalismo “mexicano” y redoblar la pauperización de grandes sectores sociales al mismo tiempo que la concentración y centralización  de la riqueza en un sector de la clase capitalista globalizada.

Los constantes ajustes a la baja en la perspectiva del crecimiento económico del país, el recorte presupuestal de más de 124 mil millones de pesos en este  año y la advertencia de que en próximo habrá otro recorte al gasto social, la caída en el consumo popular; la huida al extranjero de 72 mil 423 millones de dólares  (en el lapso que lleva Peña Nieto en Los Pinos); el aumento de la deuda pública (que en 2014 fue del 39 por ciento del PIB). Estas son algunas de las hazañas del gobierno de EPN.

A las crisis mencionadas arriba hay que agregarle la ecológica, consecuencia de las reformas estructurales que colocan en primer lugar los intereses de las trasnacionales energéticas que ya se están apoderando del petróleo, el agua, el aire y la tierra de México despojando a los campesinos y los pueblos originarios y mestizos.
Situación que ha despertado en todos lados indignación y rechazo combativo a esos intereses y
Han comenzado a levantarse movimientos sociales de pueblos originarios y obreros en varias partes del país. Notablemente en Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Chiapas, donde los normalistas y agrupaciones magisteriales exigen justicia para los familiares de los 43 y para los otros desaparecidos que suman miles; además de abrogación a la reforma educativa y al examen punitivo a los profesores de educación básica.

En el Norte del país el pueblo yaqui y  organizaciones populares defienden el agua del río donde se originó su cultura milenaria. Los jornaleros del Valle de San Quintín están protagonizando una ejemplar lucha contra las transnacionales agroindustriales que con la complicidad del gobierno mexicano los someten a condiciones de superexplotación.

Los pobladores de San Mateo Atenco han anunciado su decisión de impedir la construcción del aeropuerto proyectado por las corporaciones capitalistas y el estado mexicano a su servicio. Es larga la lista de las resistencias de la que forman parte cientos de miles de hombres y mujeres de todas las edades.
Las condiciones para la lucha, hoy como siempre, están dadas. Es hora de abandonar el miedo y la apatía y de sumarse a la batalla social por un cambio radical en México./ Tomás Oropeza B.

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