MENTIRAS Y REPRESIÓN
Las elecciones intermedias del pasado 7
de junio para elegir mil 996 cargos de elección popular (9 gobernadores, 500
diputados federales, etc.) han demostrado que la mayoría de los mexicanos piensa que las
elecciones son un fraude y que no vale la pena sufragar. O bien que en todo
caso hay que hacer patente el repudio mediante la anulación del voto.
También quedó claro que el flamante INE que sustituyó al viejo Instituto del
Fraude Electoral (IFE) resultó un fiasco, burdo cómplice de toda clase de
trapacerías que mostraron a propios y extraños por enésima ocasión que en México el gobierno
no respeta ni las reglas de la democracia burguesa, cada vez que el pueblo
acude a las urnas para votar por alguno de los políticos vendidos al capital.
El INE, supuesto garante de la limpieza electoral,
encabezado por Lorenzo Córdova Vianello un junior racista, llegó al colmo de manipular hasta la Consulta
infantil y juvenil, en la que se esperaba a 3.6 millones de chavxs. Sin embargo
disminuyó más de un millón la
participación de estxs, pese al multimillonario operativo para convencer a la
población de que votara por quien fuera, pero que votara y con ello legitimara
el circo electoral. (Claudia
Herrera, en La Jornada).
Aunque las plumas a sueldo del gobierno
digan lo contrario fue muy claro que la gran mayoría del pueblo no votó o lo
hizo por candidatos que consideró “independientes”, mostrando su repudio al
PRI, PV, PRD, PAN y otros paleros. Veamos: De los casi 83 millones que integran
el padrón electoral sufragó 47.72 por ciento. Los abstencionistas fueron más
del 52 % y los votos nulos 4.76 %. Y si
al abstencionismo le sumamos los votos anulados y los que se emitieron por
Morena y candidatos “independientes”, tenemos que el “triunfo” del PRI y su
aliado el PV, no fue tal. Resultando que hoy México vive una crisis política,
social y económica, que podría ser la antesala de un estallido social.
Sólo los profesionales de la política
se empeñan en ocultar esta realidad, porque no les conviene asumir que el
régimen de Enrique Peña Nieto se sostiene con mentiras y represión como
cualquier dictadura.
Pero la realidad del país es inocultable hasta para los más miopes. En
todos lados podemos observar los efectos de la recesión económica, el aumento
del desempleo y la pobreza. Sabemos que en el país hay más de 26 mil mexicanos
desaparecidos; decenas de presos políticos, ejecuciones sumarias cometidas por
el Ejército y las policías; despojo de los recursos naturales y bienes
colectivos por las corporaciones transnacionales; corrupción gubernamental y
empresarial.
Sumado a lo anterior tenemos que
gracias a la Reforma Laboral de que tanto se ufana Peña se ha intensificado la
explotación de los trabajadores; el tráfico de personas; clausura de la
libertad de expresión (caso Aristegui), asesinato de decenas de periodistas;
control territorial de grandes regiones del país por los carteles de la
delincuencia organizada asociada a sectores de la banca, el ejército, las
policías y la partidocracia (Guerrero).
Ejecuciones sumarias como en Tlatlaya,
estado de México (30/VI/014, donde ha quedado demostrado que se fusiló a
personas inermes) y Apatzingán, Michoacán (6/I/015) cometidas por el
ejército y la de Tanhuato, Michoacán (22 de mayo) por la Policía Federal.
Tenemos que según un estudio de
Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres
el número de víctimas de la violencia durante el año pasado
colocaron a México en el tercer sitio de víctimas mortales del mundo, después
de Siria e Irak.
Estas son algunas de las calamidades
que prevalecen y se reproducen en escala ampliada en el país en vísperas de
cumplirse nueve meses de la desaparición forzada de 43 normalistas el 26 de
septiembre del año pasado, sin que hasta la fecha se conozca su destino. Lo que
sí queda claro es que FUE EL ESTADO el
autor de este atroz crimen.
Hoy la situación económica del país no
puede ser más desastrosa. Los economistas neoliberales encabezados por Luis
Videgaray titular de Hacienda y Agustín Carstens, gobernador del Banco de
México, han hecho todo lo necesario para empeorar la crisis del capitalismo
“mexicano” y redoblar la pauperización de grandes sectores sociales al mismo
tiempo que la concentración y centralización de la riqueza en un sector
de la clase capitalista globalizada.
Los constantes ajustes a la baja en la
perspectiva del crecimiento económico del país, el recorte presupuestal de más
de 124 mil millones de pesos en este año y la advertencia de que en
próximo habrá otro recorte al gasto social, la caída en el consumo popular; la
huida al extranjero de 72 mil 423 millones de dólares (en el lapso que
lleva Peña Nieto en Los Pinos); el aumento de la deuda pública (que en 2014 fue
del 39 por ciento del PIB). Estas son algunas de las hazañas del gobierno de
EPN.
A las crisis mencionadas arriba hay que agregarle
la ecológica, consecuencia de las reformas estructurales que colocan en primer
lugar los intereses de las trasnacionales energéticas que ya se están
apoderando del petróleo, el agua, el aire y la tierra de México despojando a
los campesinos y los pueblos originarios y mestizos.
Situación que ha despertado en todos lados
indignación y rechazo combativo a esos intereses y
Han comenzado a levantarse movimientos
sociales de pueblos originarios y obreros en varias partes del país.
Notablemente en Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Chiapas, donde los normalistas y
agrupaciones magisteriales exigen justicia para los familiares de los 43 y para
los otros desaparecidos que suman miles; además de abrogación a la reforma
educativa y al examen punitivo a los profesores de educación básica.
En el Norte del país el pueblo yaqui y
organizaciones populares defienden el agua del río donde se originó su
cultura milenaria. Los jornaleros del Valle de San Quintín están protagonizando
una ejemplar lucha contra las transnacionales agroindustriales que con la
complicidad del gobierno mexicano los someten a condiciones de
superexplotación.
Los pobladores de San Mateo Atenco han
anunciado su decisión de impedir la construcción del aeropuerto proyectado por
las corporaciones capitalistas y el estado mexicano a su servicio. Es larga la
lista de las resistencias de la que forman parte cientos de miles de hombres y
mujeres de todas las edades.
Las condiciones para la lucha, hoy como siempre, están dadas. Es hora de abandonar el miedo y la apatía y de sumarse a la batalla
social por un cambio radical en México./ Tomás Oropeza B.
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