lunes, septiembre 25, 2017

EL DERRUMBE Y LA ESPERANZA
Tomás Oropeza Berumen

La espiral de desgracias que vive el pueblo mexicano parece no tener fin. A la devastación que ha dejado la política económica gubernamental que ha vuelto más pobres y numerosos a los pobres y más ricos a los capitalistas, se han agregado en las semanas recientes las catástrofes naturales que se agravan por la corrupción con que el gobierno y el Estado han actuado desde siempre.

Los terremotos del 7 y el 19 de septiembre, (8.2 y 7.1 grados respectivamente) este último a 32 años del sacudón de 1985, sumados a los huracanes Irma, Katia,  José y Max, han producido pérdidas materiales millonarias y la muerte de 324 personas hasta hoy (25.09.17) en Oaxaca, Puebla, Guerrero, Morelos, Michoacán y en la Ciudad de México.

Todo esto sin duda habrá de agudizar la crisis económica en que vive México ya que al patético crecimiento económico de 2 por ciento registrado desde hace tres décadas, este año habrá que restarle las pérdidas por el derrumbe de puentes, carreteras, instalaciones hidráulicas, escuelas, edificios gubernamentales, etc., construidos por empresas como las que hicieron el tristemente célebre Paso Express en Cuernavaca, Morelos.

Y al desastre económico del peñato, con una inflación mayor al 6 por ciento que el re etiquetado posterior al sismo incrementará, más el desempleo por el cierre de empresas y caída de la demanda habría que sumarle la descarada corrupción con que se están manejando por el gobierno los apoyos a los damnificados. El gobernador de Morelos  Graco Ramírez y su esposa Elena Zepeda, que se robaron las despensas reunidas  por una organización civil para ponerle los logotipos de su gobierno perredista, son un botón de muestra. Pero hay decenas.

Y aunque se dice que no hay que politizar la desgracia, la verdad es que no deja de hacerse política en ningún lado. Las apariciones de Peña Nieto, en medio de las ruinas, besuqueando a ancianitas, acompañado por su primo Alfredo del Mazo, el impuesto por el fraude como gobernador en el Estado de México, han servido para que la gente le grite a quemarropa que ya se deje de discursos y “agarre la pala”. Hechos, no palabras, pues.

Y a regañadientes, pero viendo la oportunidad para hacerse los grandes benefactores, y ganar votos,  los partidos PRI, PAN, PRD, MC y Morena están compitiendo por quien renuncia a un mayor porcentaje de sus multimillonarias prerrogativas, luego de que el último  anunció que donaría 50 %  el PRI y PAN respondieron que lo harían con el 25 %, dinero que no les costó ni un minuto de trabajo, que pertenece al pueblo.

Los terremotos han derrumbado ya a la clase política. Y de las ruinas ha emergido un movimiento que ha rebasado al Estado paralizado y en manos de un gobierno que no le sirve ni al pueblo ni a los empresarios a los que siempre ha complacido.

Decenas de miles de jóvenes, principalmente estudiantes clase medieros y proletarios, desde los primeros minutos post sismo se lanzaron al rescate de los enterrados bajo los escombros, con las puras manos al principio. Mientras los gobernadores y el Ejecutivo estaban paralizados. Luego llegaron la Marina, el Ejército, la Policía Federal, las policías municipales, las compañías constructoras como ICA,  la Policía de Investigación, y burócratas de elevado rango a entorpecer el rescate, como ocurrió con los derrumbes ubicados en el cruce de Gabriel Mancera y Escocia o en Petén y División del Norte, en la delegación Benito Juárez de la  CDMX,  donde interrumpieron las labores más de 24 horas mientras deliberaban sobre la conveniencia de utilizar o no gigantescas y pesadas grúas. En tanto  cientos de chavos y chavas esperaban, detrás de la raya,  que les dieran chance de ayudar a rescatar a quienes tal vez aún podían estar vivos. Más o menos igual que como sucedió en 1985.

Ahora también ha surgido una situación donde ha quedado evidenciado que los partidos políticos existentes ya no le sirven a nadie, y menos al pueblo. Y donde el proyecto de reconstrucción será disputado por los empresarios que ya se han agrupado en el Fideicomiso Fuerza México, a convocatoria del Consejo Coordinador Empresarial (CCE)  con el respaldo de Peña Nieto a través  de la Secretaría de Hacienda,  para que los capitalistas evadan impuestos mediante apoyos a la reconstrucción que ellos mismos administrarán. Para reconstruir edificios e infraestructura que se caigan al primer temblor. Negocio redondo.
También y en ese sentido Miguel Ángel Mancera, otro aspirante presidencial, anunció que ya hay un “equipo de expertos”  para diseñar la reconstrucción de la colapsada capital del país. Más de lo mismo.

En medio de tanta tragedia y dolor hoy vemos que de entre las ruinas del México neoliberal y capitalista está surgiendo otro proyecto, en el cuyo diseño deberían participar  quienes producen la riqueza de la nación: los obreros y el pueblo. Pero los sindicatos brillan por su ausencia, hasta en las discusiones en torno a los salarios.

Por ahora los estudiantes de la UNAM acordaron en las asambleas de  varias facultades, como Economía,  Filosofía y Letras, Derecho, Ciencias Políticas y otras sumarse a las brigadas de rescate y apoyo a los damnificados de la capital del país, Morelos, Puebla y Oaxaca. Realizando un paro activo hasta el 2 de Octubre, cuando se cumplirán 49 años de la masacre de Tlatelolco en 1968. Rechazando el llamado del rector Luis Graue, a regresar a clases y darle la espalda a la realidad. En el Instituto Politécnico Nacional (IPN) el paro y apoyo solidario a las víctimas del movimiento telúrico será por tiempo indefinido. Todo ello a menos de un año de la próxima farsa electoral y a tres de que 43 estudiantes de la normal rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero fueron víctimas de desaparición forzada por el Estado mexicano.