domingo, enero 13, 2008


CANANEA

Tomás Oropeza Berumen

México, 13.01.08.- El gobierno de Felipe Calderón, parece empeñado en provocar un estallido social con las medidas dictatoriales que durante el primer año de su gobierno de facto ha estado instrumentando para desbaratar al país y someter plenamente al pueblo mexicano al interés del gran capital y el imperialismo estadounidense.

No conforme con atentar contra el interés nacional al negarse a renegociar el capítulo agropecuario del TLCAN, provocando en todas la entidades la indignación campesina que el próximo 31 de enero realizará una gran movilización en la capital del país, ahora ha intentado propinar un golpe mortal al sindicalismo minero ordenando la ruptura policíaco-militar de la huelga minera en Canaea, Sonora.

Según información de la Sección 65 del Sindicato Nacional Minero Metalúrgico y Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM) participaron en la represión antiobrera unos 800 soldados de la PFP y policías que desde la madrugada del viernes habían cercado la mina de cobre perteneciente al Grupo Minero México (GMM).

El pretexto legaloide de que el movimiento había sido declarado inexistente por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, luego de más de 5 meses de estallado demandando incremento salarial y mejores condiciones de trabajo, sirvió para mal encubrir el apoyo de Calderón al Grupo Minero México, propietario también de la mina de Pasta de Conchos, Coahuila, donde debido a la falta de medidas de seguridad perecieron 65 obreros en febrero del 2006.

Pese a que a unas horas del golpe castrense un juez de distrito en materia de trabajo le otorgó al sindicato dirigido por Napoleón Gómez Urrutia, la suspensión provisional derivada del Juicio de Amparo que el gremio promovió contra la resolución de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA), la cual declaró inexistente la huelga, lo cierto es que la empresa y la JFCA, han reactivado la empresa con esquiroles, por lo cual no sería raro que ocurriera un enfrentamiento entre los mineros huelguistas y los contratados por GMM, provocando así un derramamiento de sangre entre los de abajo para justificar la intervención de “las fuerzas del orden” que garantice la paz y los intereses de los inversionistas como se estila en estos casos.

Pero Calderón, igual que su antecesor Vicente Fox parece vivir en un mundo raro, pues en su mensaje de año nuevo respondió a las organizaciones campesinas que desde el primer día del año exigen la revocación del apartado del TLC que permite la libre importación de maíz, fríjol, leche en polvo y azúcar, que ese acuerdo ha sido benigno para el país y que la economía de los mexicanos está mejorando. Aseveraciones que cualquier ama de casa o trabajador pueden rebatir fácilmente, pero que revelan el desconocimiento calderonista de lo que sucede en el mundo real en donde todos los productos están subiendo de precio día con día.

En su primera alocución del año realizada ante 140 representantes diplomáticos mexicanos y bajo un poderoso operativo de seguridad, que demuestra el temor que tiene al “populacho”, exhortó a los diplomáticos a convertirse en una especie de Og Mandinos promoviendo la inversión extranjera ante los empresarios de los países en donde representan a su gobierno.

La violenta e ilegal ruptura de la huelga minera, es un claro mensaje lanzado a dos receptores: 1) a los empresarios extranjeros de que sus inversiones serán garantizadas aún con el uso anticonstitucional de la fuerza y 2) a los trabajadores mexicanos, de que mejor se conformen con la situación que tienen, porque si no les puede pasar lo mismo.

Este golpe de mano contra los trabajadores mineros, a casi un siglo del estallido de la Revolución de 1910, que comenzó precisamente cuando el dictador Porfirio Díaz mandó al ejercito a masacrar a los antepasados de los reprimidos ahora por Calderón, se produce en un contexto de creciente y sordo descontento social producido por los aumentos en los precios de alimentos e impuestos.

DEFENDER PEMEX

Otro conflicto que está latente, es el que está levantando la pretensión de FC y sus aliados del PRI y un sector del PRD, de permitir la inversión de capitalistas privados en la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex), la cual aporta cerca del 40% de los ingresos de la federación.

Para impedir que esto ocurra se ha constituido un movimiento en defensa de PEMEX, la Comisión Coordinadora en Defensa del Petróleo (CCDP) encabezado por el llamado presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador a quien la mafia en el poder le arrebató el triunfo mediante un fraude cibernético que le atribuyó a Calderón una ventaja menor al .05% de sufragios.

La CCDP denunció por voz de Clara Sheimbaum que el director de la paraestatal, Jesús Reyes Heroles, contrató a la empresa norteamericana Energy Services México (ESM) para que vigile y dé mantenimiento a más del 50% de las instalaciones y ductos de la paraestatal.

El acuerdo con los texanos asciende a más de 4 mil 268 millones de pesos, arrancó este 7 de enero y le otorga por un periodo de 10 años la tarea de vigilar la integridad y confiabilidad del sistema de transporte de hidrocarburos por tubería de Pemex Exploración y Producción a lo largo de unos 3 mil kilómetros de tuberías en los estados de Veracruz, Tabasco, Chiapas y Oaxaca, que representan 56 por ciento de los 5 mil 374 kilómetros que integran la red nacional.

Dicha concesión es contraria a lo estipulado en la Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional en el ramo del petróleo, porque permite que un particular intervenga en las decisiones de planeación, dirección y control de las operaciones reservadas de manera exclusiva al Estado, mismas que deben realizarse sólo por la petrolera.

Todo esto ocurre teniendo como trasfondo una situación económica que tiende a agravarse por la recesión estadounidense que según la ONU no sólo abarca (rá) a Estados Unidos, Europa y Asia.

Las cosas no van bien para los de abajo, pero aunque los de arriba viven el mejor de los mundos posibles y sin duda buscarán eternizarlo, se están abriendo perspectivas revolucionarias, a pesar de la aparente fortaleza de la clase capitalista y de la traición histórica de las izquierdas.