Tomás Oropeza B.
Decenas
de manifestaciones, bloqueos de carreteras, toma de complejos
comerciales transnacionales en Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán,
además de movilizaciones y paros magisteriales en Monterrey, NL;
Sinaloa, Tabasco y la Ciudad de México, Baja California y Cd. Juárez
no habían logrado que el gobierno se sentara a escuchar a los
representantes magisteriales. Fue la crisis política generada por la
matanza de Nochixtlán, Oaxaca, el pasado 19 de junio cuando la
Policía Federal y la Gendarmería incursionaron contra esa población
para sembrar el terror indiscriminadamente y escarmentar a quienes
apoyaban y apoyan a los maestros en lucha. Crimen de Estado que
permanece impune, como la matanza de Iguala y la desaparición de los
43 hace 23 meses.
Sobre
la sangre de los asesinados y heridos en Nochixtlán se establecieron
las tres mesas de negociación instaladas en la Secretaría de
Gobernación para “dialogar” sobre los temas de Educación,
Social y Política (13, 19 y 21 de julio) con las que se implementó
una maniobra de control de daños y aparentar condescendencia ante el
reclamo de los profesores que defienden sus derechos laborales y la
educación pública laica y gratuita.
Muy
muy pronto resultó evidente que se trataba de “mesas
platicadoras”, como las denominaron los miembros de la Comisión
Nacional Negociadora de la CNTE, porque mientras ahí buscaban
avanzar en la solución del conflicto el titular de la SEP, Aurelio
Nuño y Peña Nieto, negaban cualquier posibilidad de una
modificación. En tanto los profesores exigían y siguen demandando
con toda razón la ABROGACIÓN del mamotreto elaborado por el FMI y
la OCDE para hacer del derecho a la educación un servicio por el que
hay que pagar.
Como
en otros conflictos sociales el gobierno ha implementado una
estrategia de simular que quiere resolver por la vía del diálogo,
para distraer y engatusar a los líderes y engañar a la opinión
pública mientras en realidad prepara la represión en sus múltiples
variantes.
Desgastar,
engañar, cooptar, amenazar. corromper, encarcelar, golpear,
desaparecer, dividir a los movimientos. Campañas intensas de
desprestigio y criminalización de los movimientos y sus dirigentes
para aislarlos y restarles apoyo de una población envenenada
ideológicamente por la televisión, la radio y la prensa mercenaria,
es lo que el gobierno de la burguesía hizo contra los estudiantes en
la huelga del CGH en 1999; contra la lucha electricista del SME y
ahora contra docentes. Pero a pesar de su poderío económico
el Estado y los empresarios de la Coparmex, Concanaco, Mexicanos
Primero, etc. no han logrado doblegar a la CNTE.
Hay
que anotar que en los conflictos estallados desde 1994 el gobierno no
ha logrado victorias contundentes, pues en Chiapas los autogobiernos
de las comunidades indígenas zapatistas siguen resistiendo; en la
huelga de 1999-2000 por una UNAM pública y gratuita el movimiento
del CGH venció a pesar de la toma policíaca de la Universidad; el
SME sigue existiendo a pesar de sus contradicciones internas; el
Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra continúa en pie de lucha
contra la construcción del aeropuerto internacional de la CDMX.
Hoy,
cuando el fracasado gobierno de Peña Nieto anuncia un nuevo
recorte para el 2017 (de 300 mil millones de pesos), el aumento
en las tarifas eléctricas y el precio de la gasolina; de que la
calificadora Standars & Poor’s (S&P) señala que la deuda
neta del gobierno equivale al 42 % del PIB colocando a México en
riesgo de caer en la insolvencia; en que los empresarios se han
llevado al extranjero 71 mil 900 millones de dólares (el
equivalente al 81 % de la deuda externa) como muestra de desconfianza
con el gobierno que dice estar moviendo a México y la pobreza y el
desempleo aumentan sin cesar por la crisis económica, al punto en
que hasta el Banco de México admite que han caído el consumo y la
inversión, reprimir a los maestros rebeldes sería arrojar gasolina
al fuego de la indignación popular y provocar un estallido social.
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