lunes, marzo 09, 2009


EL MONTAJE

Tomás Oropeza Berumen
México, 2009-03-08.- La visita del jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército de Estados Unidos, Michael Mullen, a nuestro país, en búsqueda de un acuerdo para “coordinar la cooperación de las fuerzas armadas y la marina mexicanas en el combate contra el narcotráfico”, no es otra cosa que la concretización de lo que ya se ha puesto en blanco y negro sobre el papel desde hace varios años con el TLCN, el Plan Mérida, el Plan Puebla Panamá y el Acuerdo para la Seguridad y el Progreso de América del Norte (ASPAN), todos los cuales hacen del ejército mexicano y la marina simples tentáculos policíacos al servicio del Pentágono.
Sin disimulo Mullen ha recomendado aplicar para México una versión del Plan Colombia, del cual el Plan Mérida no es sino una copia al carbón, aunque por ahora con menos recursos monetarios.
Nada nuevo, si se mira bien. Sólo que tanto Mullen, como el Secretario de la Defensa de los EE.UU., Robert Gates, guardan las formas y recurren al lenguaje diplomático para disimular ante el gran público que todavía cree en el nacionalismo de las fuerzas armadas de México.
¿Qué podrá responder Felipe Calderón, a parte de un ¡Yes, Sir! al jefe militar estadounidense ante la evidencia de que no puede contra las poderosas mafias de narcotraficantes que, según reportajes del diario La Jornada, están metidas y controlan las principales actividades económicas y la vida política de varias entidades del Norte a pesar de la presencia de miles de soldados en las calles de esas ciudades, como en CD. Juárez, Chihuahua; Reynosa y Matamoros, Tamaulipas y Tijuana en Baja California?
Las respuestas de los titulares de la SEDENA, General Guillermo Galván Galván y la Marina, Almirante, Mariano Francisco Saynes, han sido a favor de la colaboración. Y por lo tanto la de su comandante supremo, no puede diferir, a pesar de que según el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, México cuenta con la capacidad necesaria para enfrentar a los delincuentes”.
Los aspavientos nacionalistas de los diputados priístas y perredistas son sólo parte del show y no pueden ser tomados en serio. La verdad es que lo que esta ocurriendo en el país es resultado de un largo proceso que tiene que ver con el modelo económico basado en la maquila, mismo que a lo largo de cuatro décadas ha socavado el tejido social del Norte mexicano, con la destrucción de las familias al incorporar a la mujer al trabajo industrial, obligar a los hombres a emigrar a Estados Unidos o a ingresar al lumpen proletariado y provocar al surgimiento de cientos de miles de niños de la calle que hoy son los sicarios e integrantes del hampa, donde por supuesto también existen jerarquías y clases sociales.
Desde donde también se da un proceso de acumulación capitalista que fluye del bajo al alto mundo. Del mundo oculto de los miserables a las familias “respetables”. Como en El Padrino.
Sacar al ejército a las calles es fácil. Lo difícil es hacer que regrese al lugar que le corresponde una vez que se le convierte en protagonista.
Calderón tendrá que dar cuentas a la sociedad mexicana por ese “error” inevitable y necesario para quien llegó a la presidencia mediante un golpe de estado incruento y tomó posesión de la presidencia en medio de un dispositivo militar sin el cual no habría podido colocarse el bando presidencial y con ello se convirtió en rehén de quienes lo encumbraron en el poder, un sector del empresariado y del ejército.
Los lamentos del subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte Carlos Rico Ferrat (en realidad vocero de su patrón Calderón) recriminando a Estados Unidos ser el origen del problema por su papel de principal consumidor de drogas en el mundo y reconociendo su incapacidad para acabar con el narcotráfico, fue respondido de inmediato por los militares gringos que le “propusieron” al gobierno panista trabajar coordinadamente. ¿Acaso esto no parece el guión de una película ya vista, donde el presidente títere de una colonia se confabula con la potencia imperial para escenificar una farsa que da lugar a la intervención?
Por ahora el ejército parece haber inhibido, un poco, a los delincuentes, pero estos pronto se adaptarán a las nuevas condiciones y seguirán haciendo lo que tengan que hacer para mantener su negocio. Es cosa de tiempo. De que el ejercito se retire, se canse o se corrompa. Una guerra de la pulga.
Mientras existan las condiciones para que miles de hombres y mujeres se vean forzados a delinquir no será posible extirpar el fenómeno narco, que forma parte de lo que ha provocado el modelo económico neoliberal, que no es otra cosa que capitalismo salvaje.
Lo que esta en el fondo de este fenómeno de descomposición en México es la terrible concentración de la riqueza y en ese sentido el crecimiento de la miseria de los mexicanos. Nomás un dato: menos del 1%, (0.18%) de mexicanos (195,047 inversionistas) es dueño del 30% del PIB, unos 3 billones 981 mil 802 millones de pesos (La Jornada, 2009,02,29.
Esto en un país donde desde noviembre del 2008 el desempleo crece a un ritmo desenfrenado, junto con el avance de la crisis económica que esta destruyendo la vida de millones de personas que ya estaban en la pobreza desde antes que se declarara la crisis que hoy vive el mundo entero que es la demostración de las leyes de la acumulación capitalista expuestas por Marx, pero también información que revela la tremenda injusticia que sufre el pueblo mexicano, cuya paciencia se comienza a agotar.
Y surgen inevitablemente la preguntas: ¿Y si la llamada guerra contra la delincuencia organizada fuera un montaje para justificar la intervención abierta y masiva del ejército estadounidense en México con propósitos preventivos ante la amenaza de una explosión social, con el pretexto de combatir a los narcotraficantes que, según reportes del Pentágono están poniendo en grave riesgo la seguridad interna de USA?