martes, enero 17, 2017

Resultado de imagen para no al gasolinazo¡FUERA PEÑA!

Tomás Oropeza Berumen

La rebelión popular que vive el país desde el 1° de enero por el incremento en el precio de las gasolinas y el Diesel hasta en un 20 por ciento junto con el gas y la electricidad y la amenaza de que en febrero seguirán subiendo, se mantiene y sigue creciendo en todo México. Y el ¡Fuera Peña! es la demanda más pronunciada.
Desde Mexicali, BC, donde 40 mil manifestantes sumaron a su repudio contra el gasolinazo al gobernador Kiko Vega y su intento por privatizar el agua, hasta Tapachula, Chiapas, la indignación contra el gobierno peñista y las reformas estructurales privatizadoras, se han convertido en un gran movimiento social espontáneo que sigue creciendo incontenible, mientras el país se hunde en una crisis capitalista sin precedentes.


Enrique Peña Nieto está moviendo a millones de mexicanos, pero en su contra. Y en las manifestaciones en todos los estados, bloqueos, tomas de casetas, gasolineras, instalaciones de Pemex y asambleas populares el ¡FUERA PEÑA! y el rechazo al aumento de los combustibles y la actual política económica son el común denominador.


Las consecuencias del gasolinazo han comenzado a sentirse en los precios de productos y servicios de todo tipo, pues los energéticos constituyen una materia prima en los procesos productivos y el transporte. Por ello el  tortillazo y aumento del transporte público y todo tipo de mercancías y servicios será incontenible y provocará mayor miseria popular y pauperización de la diezmada clase media. Y con ello una mayor caída del nivel de consumo, desempleo y estancamiento económico. Por cierto el Fondo Monetario Internacional (FMI) donde se fraguó la actual política económica neoliberal advirtió que el crecimiento de México será apenas de 1.7 % en este año y de 2% el próximo.


El pretexto para subir los energéticos, el supuesto aumento en el precio internacional del petróleo y la gasolina, ha resultado una vil mentira que muy pronto quedó evidenciada. Según el diario La Jornada (07.01.17) el Departamento de Energía de EE.UU.,  reportó que en la región de Houston en 2016 se registraron los precios más bajos desde el año 2004, con un costo de 2.14 dólares por galón (3.78 litros), unos once pesos por litro al tipo de cambio de 20 pesos por dólar.  Según la Administración de Información Energética gringa el precio de la gasolina disminuyó el año pasado 12 por ciento respecto al 2015 (29 centavos de usd).  Información que el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, oculta para mentirnos a todos todos al decir que “Lisa y llanamente la gasolina se volvió más cara en el mundo”.


Lo que niegan el gobierno de Peña Nieto, es que el aumento de la gasolina es resultado de la aplicación del Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) que es de 3.16 pesos por litro y eso más el IVA arrojan un aumento de  4 pesos 30 centavos por litro de gasolina magna la más utilizada por los automovilistas. Para el Diesel usado por los campesinos y transportistas, 4.73 pesos y para la gasolina usada por la gente adinerada, la Premium 3.64 pesos. A los pobres se les cobran mayores impuestos. Así el gobierno busca sacar de los bolsillos del pueblo trabajador  el 40 por ciento de los  recursos que le exprimía a  PEMEX, la gallinita de los huevos de oro sacrificada para beneficiar a las petroleras transnacionales Exxon Mobil, Shell, BHP Billiton, Petrobras, y varias más.


Peña Nieto también miente cuando dice que estos aumentos no son resultado de su política y  reforma energética que puso en manos de los monopolios trasnacionales y mexicanos el oro negro pues deliberadamente se abandonaron las refinerías donde se producía la gasolina, gas y diesel que consumimos para luego importarla de USA principalmente.


Hoy el gobierno de Peña enfrenta una grave crisis política, mayor aún que la producida por el asesinato de estudiantes y el secuestro de 43 normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014, misma que se suma a la actual.
Pues luego del levantamiento popular espontáneo contra el gasolinazo y ante el fracaso del PRI y el gobierno en sembrar temor mediante los saqueos de comercios a cargo pandilleros,  policías y militares vestidos de civil, el movimiento ha seguido creciendo, como lo demuestran las manifestaciones que continúan y la convocatoria a realizar un PARO NACIONAL para el 31 de enero.


En un intento por echar agua al fuego, Peña causó  mayor indignación con su Plan para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar, que no convenció ni a los siempre beneficiados por su gobierno, los ricachones agrupados en la CONCAMIN. También la Conferencia del Episcopado  Mexicano le dio la espalda y repudió el gasolinazo. Y hasta el PRD está llamando a movilizaciones.


Pero es abajo, entre el pueblo explotado y harto de tanta injusticia donde ha surgido la conciencia de que no es posible seguir soportando a Peña Nieto y su gabinete de tecnócratas neoliberales del ITAM. Y que ya es hora de que estos Chicago Boys se vayan y las reformas privatizadoras sean revertidas.


Urge encauzar el movimiento popular, obrero, campesino, estudiantil y al mismo tiempo que se lucha construir un programa para generar una gran fuerza que revierta las reformas privatizadoras y defienda al México proletario y popular ante un gobierno vendepatrias como el de Peña.


Estas son algunas de las demandas que se pueden leer en las pancartas, mantas y volantes de quienes en las calles y codo a codo escenifican la actual rebelión anti neoliberal, que en los hechos es ya una incipiente lucha contra el Estado y el sistema capitalista y que podría evolucionar hacia una lucha por un cambio social:


Abajo el precio de la gasolina, diesel, gas y electricidad;  control de precios de los bienes y servicios de consumo popular;  aumento general de salarios; reforma fiscal progresiva (que paguen las grandes empresas) y los ricos;  re nacionalizar el petróleo; fuera las compañías mineras depredadoras; no a la privatización del agua;  abajo la reforma educativa privatizadora;  regreso del ejército a los cuarteles y la disolución de los cuerpos represivos.
Por la presentación de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y castigo a los responsables de ese crimen de Estado; libertad para los presos políticos.


Estas son las demandas más mencionadas. Hay otras muchas de carácter local y sectorial, que exigen solución. Todo parece indicar que la correlación de fuerzas ha comenzado a cambiar y el pueblo está tomando conciencia de que sólo con la lucha organizada y tenaz podrá cambiar el rumbo del país.


Es necesario democratizar y fortalecer las organizaciones sindicales y populares, crear nuevos instrumentos de lucha: comités obreros, brigadas que propaguen las ideas críticas al sistema; la prensa obrera y  revolucionaria; asambleas de barrio, de escuela, grupos de autodefensa popular, policías comunitarias, etc. para llevar adelante la lucha y evitar que decaiga el ánimo o que los partidos de la burguesía se monten en la ola rebelde.