martes, mayo 16, 2017

EL MAESTRO LUCHANDO CONTINUA ENSEÑANDO

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Tomás Oropeza Berumen


(Taller de Economía del Trabajo de la Facultad de Economía, UNAM)

A casi 5 años de que Enrique Peña Nieto logró que un Congreso espurio, resultado de las fraudulentas elecciones de 2012, aprobara la Reforma Educativa, que como denunciaron en su momento los maestros, es una reforma laboral para despojarlos de su base y privatizar la educación básica, el pasado 15 de Mayo, Día del Maestro, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación llevó a cabo una jornada nacional de lucha por su abrogación; la presentación de los 43 estudiantes de Ayotzinapa secuestrados por el Estado y la reinstalación de 500 profesores despedidos.

Miles de docentes se manifestaron por las calles de todos los estados del país y en la CDMX contingentes de entidades tan lejanas como Durango, Sonora o Yucatán marcharon desde el Auditorio Nacional hasta la Secretaría de Gobernación junto a los mentores de Michoacán, Guerrero, Chiapas y Oaxaca portando enormes mantas con los rostros de los maestros rurales Arturo Gámiz de Chihuahua, los guerrerenses Genaro Vazquez y Lucia Cabañas y el mexiquense Misael Núñez Acosta, fundador de la CNTE asesinado por ordenes de la charra Elba Esher Gordillo en enero de 1981.

Vigilados por miles de morenos robocops del policía Jefe de Gobierno del ex DF y aspirante presidencial Miguel Ángel Mancera, respirando el venenoso aire potenciado por la enésima contingencia ambiental y un calor sofocante los hombres y mujeres dedicados a la enseñanza pero ahora criminalizados por la prensa, llevaban pancartas exigiendo la abrogación de la reforma ordenada por el FMI; la renuncia de Peña Nieto , que la PGR presente a los normalistas de Ayotzinapa y justicia para el pueblo de Noxichxtlán, Oaxaca, masacrado por la Policía Federal. Curiosamente, a pesar de sus bajos salarios y del miserable incremento que les otorgó el gobierno de apenas 3.4 por ciento no se vieron pancartas ni oyeron exclamaciones demandando incremento salarial.

Después de un viaje de 36 horas varias maestras de Sonora, que sobresalía por su altura se desentumían caminando por Reforma cargando una manta en defensa de la educación pública y rechazando la reforma privatizadora ordenada por la OCDE. “Al rato tenemos que regresarnos y es una shinga el camino” me dijo una de ellas con una sonrisa de resignación.

También marchó Big Baby, un personaje idéntico a Patricio, el amigo de Bob Esponja en apoyo a los académicos que nos dieron ejemplo de tenacidad en una lucha que debemos apoyar todos si es que queremos mantener y mejorar la educación de millones de niños a cuyo nombre el petimetre titular de la SEP Aurelio Nuño imponen mediante la fuerza y la mentira el despojo del sistema educativo mexicano.

Los catedráticos de la UNAM, la UAM y el IPN brillaron por su ausencia, a pesar de que su situación laboral es precaria y sus salarios infames. Tampoco se vieron los estudiantes universitarios que ahora están en vísperas de exámenes y al parecer muy contentos, no obstante la inseguridad en la UNAM, donde el 3 de mayo fue asesinada la joven Lesby Berlín Osorio.

La marabunta magisterial arribó cansada pero combativa a las cercanías del Café Habana, donde alguna vez estuvieron cafeteando Fidel y el Che, según dicen. Pero no pudieron aproximarse al Palacio de Cobían, donde tendría que haberlos recibido el titular de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, también suspirante a la presidencia. Una muralla de acero chino lo impidió. Y fue después de varias horas que unos segundones recibibieron a una comisión de la CNTE para decirles que se fueran a negociar con los gobernadores de sus estados. Osorio se encontraba en Reynosa, Tamaulipas en una reunión urgente del Gabinete de Seguridad. Justo en el estado donde hace unos días fue asesinada la buscadora de personas desaparecidas Miriam Rodríguez y un poco antes la detención de un matón provocó bloqueos, balaceras e incendios que aterrorisaron a la población.

Y mientras los maestros acumulan coraje y energías para continuar la lucha, la noticia del asesinato de otro periodista, el sinaloense Javier Valdez, autor de Los morros del narco y de Narcoperiodismo, corresponsal de La Jornada en la patria chica del Chapo Guzmán y Rafael Caro Quintero, demuestra por enésima ocasión, el rotundo fracaso del gobierno de Peña en materia de seguridad y que a una década de la guerra contra el narco las cosas están peor.