miércoles, abril 19, 2017




  1° DE MAYO

Tomás Oropeza B.

El próximo 1° de mayo se cumplirán 131 años de la lucha de los trabajadores norteamericanos por la reducción de la jornada laboral de 18 horas a ocho. Conquista que fue alcanzada a costa de una dura lucha de clases que costó la vida a los Mártires de Chicago,  y cárcel a muchos más hasta conquistar esa meta. Ocho horas de trabajo, 8 horas para recrearse y 8 horas para dormir.
Sin embargo esa  conquista  muy pronto fue anulada  por el capital, que mediante la intensificación de los ritmos fabriles consiguió una mayor productividad y explotación del trabajo.
Pero no conforme con esto, los capitalistas -desde hace cuando menos tres décadas con el establecimiento del modelo neoliberal en casi todo el planeta- llevan a cabo una ofensiva generalizada para anular las conquistas logradas por décadas de lucha proletaria y despojar a los pueblos de bienes y servicios de carácter colectivo como el agua, los bosques, lagos, ríos, sistemas de salud públicos y la educación.

Para la burguesía mundial y sus gobiernos el enemigo a vencer son las organizaciones que les permiten a los  trabajadores enfrentar la explotación de sus patrones para vender mejor su fuerza de trabajo y lograr mejorar su situación dentro de la fábrica y en sus barrios, así como en el conjunto de la sociedad, como los sindicatos, las coaliciones y partidos obreros.
En México los sindicatos casi desde su nacimiento fueron corporativizados por el Estado, mediante la corrupción y el gansterismo de los líderes charros. Pero no conforme con ese control el gobierno ha llevado a cabo reformas laborales, como lo hizo Enrique Peña Nieto  con apoyo de los partidos de la burguesía (PRI, PAN y PRD) para dificultar la organización de sindicatos democráticos,  los Contratos Colectivos  y el ejercicio de la huelga.

La burguesía  ha logrado anular la jornada de 8 horas, pues debido a los bajos salarios los trabajadores tienen que buscar otras ocupaciones para lograr un ingreso mayor. O hacer que además del padre o la madre de la familia obrera trabaje otro miembro. Hoy casi no existen los empleos estables, bien pagados y con prestaciones. La inmensa mayoría de los trabajadores, incluyendo los profesores universitarios, ganan salarios de miseria y su empleo es temporal. Así pasa con el 75 por ciento de los docentes de la universidad más importante del país, la UNAM.

A los profesores de educación básica les han arrebatado la seguridad y estabilidad laboral mediante la (contra) reforma educativa que los somete a absurdas evaluaciones periódicas, que en caso de ser reprobadas se castigan hasta con el despido. Otra grave consecuencia de dicha reforma es la privatización de la educación.

Peña Nieto presume de que en los casi cinco años de su nefasta administración se han creado 2.7 millones de empleos, omitiendo que cada años se necesita generar cuando menos 3 millones de plazas para ocupar a los jóvenes en edad de trabajar, por lo que se tendrán que haber generado al menos 15 millones de nuevos empleos.

Los bajos salarios son una calamidad que padecen los trabajadores de todo el mundo, pero en México la situación es ya insoportable y por eso millones emigran a Estados Unidos en pos de mejores ingresos.  Pues mientras que aquí el salario mínimo es de 80 pesos al día, en aquél  país, un obrero gana 7.25 (140 pesos) por hora.

La miseria del pueblo mexicano ha crecido. Hoy son más de 56 millones los que viven en una miseria que se ha agudizado con el aumento en el precio de las gasolinas, diésel, gas y electricidad, que ha repercutido elevando los precios de los alimentos, el calzado, la ropa y las tarifas del transporte público.

En tanto la clase capitalista se ha vuelto más rica gracias al sistema económico actual y al capitalismo salvaje, donde el Estado interviene en la economía sólo para apoyar su dominio. Tal como ocurre en México, donde el gobierno ejerce la dictadura del capital.
Por ello este 1° de Mayo los trabajadores,  debemos salir a las calles y levantar nuestras demandas:  
Trabajo seguro y aumento de salarios para todos. Educación pública, laica, científica y gratuita en todos los niveles para el pueblo.  Mejores sistemas de salud pública y gratuita. Garantizar las pensiones a los jubilados. Revertir las reformas estructurales laboral, educativa y energética principalmente.
Una reforma fiscal progresiva que grave las ganancias de las grandes corporaciones (que paguen más los más ricos). Por un comercio justo con todos los países del mundo y retirarnos del TLC. Regreso del ejército a los cuarteles. Legalización de la marihuana. Presentación inmediata de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos. Libertad para todos los presos políticos. Renuncia de Peña Nieto.
Castigo a los funcionarios públicos responsables de delitos de peculado, enriquecimiento ilícito, asesinatos, desapariciones, etc. y confiscación de todos sus bienes.
Castigo para los autores intelectuales y materiales de los asesinatos de periodistas.
Estas son demandas que vemos en las pancartas y mantas en las manifestaciones de diversos sectores en la capital del país, pero faltan las demandas de los campesinos y pueblos originarios que no cejan en su lucha contra los megaproyectos capitalistas y depredadores, como la minería a cielo abierto, las represas, autopistas, proyectos de energía eólica y explotación petrolera.