miércoles, enero 24, 2007


LOS TRABAJADORES MEXICANOS EN EL INICIO DEL SEXENIO

Tomás Oropeza Berumen

El país vive en este inicio del 2007 y del gobierno panista surgido del fraude electoral de Felipe Calderón, bajo una renovada embestida del gran capital que esta agudizando a grados sin precedente en la historia reciente la explotación y la pobreza del pueblo mexicano.

Bastaron unas cuantas semanas del régimen continuista encabezado por Calderón, para que fuera evidente que su slogan de campaña con el que prometía ser el “presidente del empleo” no era sino una más de las docenas de mentiras con las que buscaba desesperadamente los votos de quienes carecen de un empleo remunerado.

Hoy la cruda realidad de la política económica panista se puede apreciar en que al incremento al salario mínimo otorgado en enero de 1.90 pesos (3.5%) -por cierto abajo del índice inflacionario calculado por el Banco de México de 4.1%- se ha sumado una oleada de despidos de miles de obreros en las maquiladoras y empresas vinculadas a los vaivenes de la economía norteamericana, de tal modo que en diciembre pasado el INEGI reportaba una tasa nacional de desempleo de 3.4%.

Además los incrementos a los precios de la tortilla, gasolina, gas, pollo, carne, huevo, leche liconsa, materiales de construcción, las cuotas de peaje, etc. están deteriorando más aún el raquítico poder adquisitivo de los ingresos de millones de asalariados y al parecer son la punta del iceberg de una gran crisis económica en ciernes.

En estas condiciones esta claro que la política económica del presidente Calderón es una gigantesca ofensiva depredadora de las condiciones de vida de la clase obrera y de todos los que viven de su trabajo, para llevar a cabo una etapa más del proceso de concentración y centralización de la riqueza social en manos del pequeño grupo oligárquico que ejerce el poder en México, asociado con el capital imperialista.

En esa dirección apuntan las reformas estructurales que el ex presidente Vicente Fox no pudo llevar a cabo, mismas que ahora bajo la batuta del agente del Fondo Monetario Internacional Guillermo Cartstens en la Secretaría de Hacienda, están a la espera de ser aprobadas por un Congreso de derechas.

La reforma fiscal que gravaría alimentos y medicinas, la privatización de la electricidad, petróleo, educación y sector salud, entre otras, podrían ser llevadas acabo si el pueblo mexicano no se defiende enérgicamente como ha hecho en otros momentos de su historia.

En el terreno de la política y como complemento del proyecto neoliberal la alianza del PAN y el PRI han convertido al estado de Oaxaca en el laboratorio donde se está experimentando el modelo político que la oligarquía en el poder piensa imponer en el resto del país al ritmo y con las variantes que les vaya permitiendo la correlación de fuerzas políticas.

La represión masiva y selectiva contra las organizaciones sociales que integran la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), la Sección 22 del sindicato de maestros, los pueblos indios oaxaqueños, etc. intenta intimidar, infundir miedo y hasta terror a la población para que abandone su intento de cambiar las cosas.
Así lo han denunciado los protagonistas y victimas de los asesinatos, torturas, desapariciones, palizas, violaciones, persecución y otras infamias que constituyen una estrategia política basada en el terrorismo de Estado.
El reporte de la Comisión Civil Internacional de Observación de los Derechos Humanos es contundente en este sentido.

Aparentemente el responsable de los crímenes, vejaciones y de la represión toda es el odiado gobernador de esa entidad Ulises Ruiz. Pero la realidad es que su permanencia en el poder a casi un año de estallado el grandioso movimiento social que reclama su renuncia sólo se explica por su utilidad en el entramado fascistóide implementado desde el sexenio de Fox y que ahora Fecal dice dirigir en su calidad de comandante supremo de las fuerzas armadas para desarticular la creciente resistencia y rebeldía social al neoliberalismo.