lunes, octubre 10, 2005

Trabajo y debilitamiento del Estado benefactor
Lo que al fin de cuentas quita legitimidad al capitalismo no es el hecho que produzca cada vez más con cada vez menos trabajo, sino que bloquea la iniciativa para un nuevo pacto social. Ulrich Beck


La lucha por generar puestos de trabajo se ha vuelto insuficiente para enfrentar un capital que, al golpe de un teclazo, vuela por todo un mundo sin fronteras que lo detengan, eludiendo así cualquier compromiso con los trabajadores que multiplicaron sus ganancias. Este compromiso o pacto social con el llamado Estado benefactor se ha roto y ahora tenemos Estados nacionales debilitados por la disminución drástica de sus fuentes de ingresos, impidiéndoles así cumplir su papel de solventar una (siempre insuficiente) protección del trabajo aunado a una redistribución del ingreso.

Es así como las entidades generadoras de riqueza (fábricas, laboratorios, oficinas, etc.) simplemente cierran cuando ya no son aptas para obtener las ganancias esperadas o son presionadas fiscalmente, incrementando así el desempleo en un país al desaparecer ahí sus puestos de trabajo. Esta huida corporativa de países donde aprovecharon los bajos salarios para multiplicar su capital, pagaron impuestos mínimos y cuando el mercado cambia o son presionados fiscalmente, simplemente cierran el negocio y emigran a otro país para repetir la misma operación.

El resultado es que los trabajadores que perdieron su empleo se han quedado esperando inútilmente la protección de un Estado ya domesticado por el capital además de estar “falto de ingresos” para atender demandas laborales; por eso no es exagerado señalar la desaparición del Estado de bienestar que ya ha comenzando en las países menos desarrollados. Mientras tanto, los países del Grupo de los 7 han incrementado sus gastos bélicos, de espionaje y propaganda a nivel mundial, en detrimento del bienestar de sus poblaciones quienes sufren el desempleo aunado a las venganzas de una naturaleza golpeada por otro mal capitalista: la polución: Katrina y Rita en Estados Unidos y Stan en México y Centroamérica, no son más que tres ejemplos más.

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