miércoles, febrero 22, 2017

UNIDAD SÍ, PERO DE LOS DE ABAJO EN LUCHA CONTRA EL MAL GOBIERNO
Tomás Oropeza B.


Resultado de imagen para trabajadores en luchaDesde hace varios años México atraviesa una crisis económica, social y política.  Hoy dicha crisis se agudizó por los aumentos  de precios de las gasolinas, diésel, gas y electricidad, los cuales  han repercutido en toda la actividad económica incrementando precios y tarifas de todos los bienes y servicios.
Hace unos días EPN dijo que no hay crisis en México, sino “un momento de gran desafio” y poco después aceptó que el país enfrentará una “situación de gran incertidumbre” por la relación con el gobierno de Trump, la devaluación del peso y la próxima renegociación del TLC.
A esas circunstancias habría que agregar  que los precios de las  gasolinas y demás energéticos van a subir o bajar casi todos los días; la deportación masiva de mexicanos desde Estados Unidos; la violencia del crimen organizado y del ejército que se han apoderado de grandes regiones del país; el crecimiento de la pobreza y el desempleo, y los escándalos que todos los días revientan por la corrupción de los gobernadores de todos los partidos políticos.
Como todo mundo sabe los energéticos son necesarios en la producción y el transporte de mercancías y servicios. Un aumento en los precios de las materias primas provoca aumento en los costos de producción y en los precios, cosa que está sucediendo y continuará ahora de manera redoblada, porque casia a diario variarán los precios de los combustibles de manera diferenciada en las noventa zonas en que se ha dividido el país.
Hoy los transportistas reclaman autorización para elevar sus tarifas. Sin pedir permiso la tortilla,  pan,  frutas y verduras, carne, pollo, pescado, las comidas corridas, etc., han subido de precio. También muchos servicios y medicamentos.  Sin embargo  los salarios siguen congelados.  
La ola de indignación que surgió en enero por todo el país contra  el aumento de 20 por ciento de los energéticos, repudiando el gasolinazo y exigiendo la renuncia de Peña mostró a todo el mundo el desprecio que siente la mayoría de mexicanos por el huésped de Los Pinos.
El repudio contra el gobierno peñista no se ha esfumado.  Por el momento se ha replegado y sin duda volverá a resurgir por las  medidas genocidas  que ahora se están instrumentando contra la economía popular y para beneficiar a las empresas petroleras trasnacionales.
Un factor distractor con el que se intentó desviar ese descontento han sido los ataques xenófobos, racistas y clasistas  de Donald Trump contra los mexicanos y la iniciativa de varios partidos, Ongs y personajes como el rector de la UNAM, convocando a la unidad ante el imperio, pero sin cuestionar la desastrosa y entreguista administración de EPN y su gabinete de itamitas.
En la marcha  Vibra México, convocada por los ricachones de Mexicanos Primero liderados por el empresario Claudio X. González -un archienemigo de la educación pública y los profesores de la CNTE-  a pesar de la vigilancia sus organizadores  no pudieron evitar que varios contingentes exigieran la renuncia de EPN y el !FUERA PEÑA!  ¡FUERA PEÑA! se oyera con fuerza  en las calles. La manifestación resultó un vibrante fracaso. Quedando claro que trabajadores y explotados no están dispuestos a unirse con un gobierno corrupto que ha vendido los recursos naturales a las compañías trasnacionales petroleras, mineras, agroindustriales, etc.
Sabemos que es necesaria la unidad, pero esta debe ser en torno a un programa de la clase trabajadora, los campesinos, mujeres y estudiantes pobres, de los pueblos originarios contra las reformas estructurales implementadas por el gobierno de la burguesía “nacional” e imperialista.
Como dice León Chávez Texeiro en una de sus canciones “la Patria no es el amo, la patria no es el juez. La patria son los hijos, la mano que hace el pan, la joven compañera, el joven luchador” (https://www.youtube.com/watch?v=Vp-9FPzos3Y)
Es verdad. México está en peligro y para salvarlo es necesario revertir las reformas energética, educativa y laboral, aprobadas por los partidos del Pacto por México y además salirse del TLC.  Construir una fuerza social, bajo la conducción de la clase obrera y sus aliados, para quitar del poder a los sirvientes del capital.

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