Tomás Oropeza Berumen
(Taller de Economía del Trabajo de la Facultad de Economía, UNAM)
Un
claro indicio del temor de la clase trabajadora a la amenaza de perder
el empleo es el silencio que ha guardado ante la iniciativa presentada
por Miguel Mancera, jefe de gobierno del DF para incrementar el salario
mínimo. Silencio que también demuestra la tremenda debilidad
organizativa e ideológica de los asalariados mexicanos en el momento
actual.
Más
de tres décadas de mentiras neoliberales han hecho creer que un
aumento salarial provocaría una catástrofe económica que haría subir
los precios de todos los productos hundiendo - todavía más- la
destartalada economía mexicana.
Pero
no sólo es el temor al desempleo. También está el control que ejercen
los gánsteres del sindicalismo priista y el “independiente” que apoyaron
a la Secretaría del Trabajo en el rechazo al incremento del
minisalario, apoyando, además, todas las reformas estructurales
mediante las cuales Enrique Peña Nieto privatiza la educación y entrega
al capital privado el petróleo y la electricidad que hasta hace unas
semanas eran patrimonio nacional.
Todos
sabemos que el salario mínimo nunca ha alcanzado para que las familias
de trabajadores puedan adquirir los bienes y servicios que requieren
para una vida sana y digna. Y aunque se afirma que casi nadie gana esa
miseria la Comisión Económica para América Latina sostiene que “casi
14% de los ocupados recibe un salario menor mínimo, mientras que
alrededor de dos de cada cinco ocupados reciben como remuneración,
cuando mucho, dos salarios mínimos.”
Tan sólo en el DF a 370 mil personas se les paga ese salario. Según
informes de la Secretaría del Trabajo y Fomento del Empleo, esa cifra
equivale al 9 por ciento de la población ocupada.
67.29
pesos de salario mínimo divididos entre las 8 horas de que debe constar
una jornada laboral nos da un monto de 8 pesos con 30 centavos por
hora. Así tenemos que un trabajador debe laborar 15 horas para comprar
un kilo de carne que cuesta 120 pesos. O una hora y media para adquirir
un litro de leche.
Según
Marx el salario es el precio que paga el capitalista al obrero por una
jornada de trabajo y este tendría que equivaler a la suma de los
valores de los productos que necesita el trabajador y su familia para
reproducir en buenas condiciones su fuerza de trabajo y su prole. En
tanto la Constitución Mexicana establece que el salario mínimo debe
cubrir todas las necesidades alimenticias, culturales y recreativas de
la familia trabajadora en condiciones dignas.
Sin
embargo en México no se cumple con nada de lo anterior, porque al
trabajador no se le paga su mercancía fuerza de trabajo por lo que vale y
porque el Estado mexicano impuso como fundamento de su política
económica salarios de hambre para que los capitalistas consigan mayores
ganancias. Esto significa que cuando menos desde hace tres décadas,
cuando se estableció el actual patrón de acumulación (capitalista
salvaje) se ha obligado a los asalariados a vender su mercancía fuerza
de trabajo por debajo de su valor. De este modo el Estado y la patronal
son responsables de un lento genocidio del pueblo mexicano al someterlo a
condiciones de vida por debajo de los mínimos de bienestar. Pero ahora
ese modelo ha entrado en crisis en todo el mundo.
Hoy
ha caído tanto el consumo en el país que algunos funcionarios y
sectores de la burguesía están buscando reactivar la economía,
aumentando el salario y por ende el poder de compra de los asalariados.
Piensan que de esa manera se puede superar la recesión. No es que les
preocupe realmente el bienestar de la población hundida en el miseria
por el capitalismo globalizado y salvaje. Lo que buscan es que se vendan
las mercancías para reactivar las industrias que se encuentran semi
paralizadas.
Se
dice que el aumento del salario mínimo provocaría inflación, pero la
realidad es que la inflación ya existe en el país y la provocan los
aumentos mensuales de la gasolina, diesel, gas, electricidad. El
incremento de las tarifas del metro, metrobus, peseros, los precios de
alimentos, ropa y calzado, medicinas ... Todo sube, menos los salarios,
dicen las amas de casa y los trabajadores de todos los sectores.
La
economía del país atraviesa hoy por una recesión causada en buena
medida por la torpeza de la pandilla del ITAM al servicio del gobierno
del PRIAN y su aliado el PRD.
Ellos,siempre
obedientes al FMI, el BM y la OCDE, instrumentos económicos de las
transnacionales que gobiernan el planeta son los responsables del
crecimiento de la miseria, la violencia y la crisis económica.
¿Cuando
consultaron a los trabajadores para preguntarles si estaban de acuerdo
en sacrificarse ellos y sus familias, para que los capitalistas puedan
obtener ganancias extraordinarias? ¿O para que los politicastros que
integran la clase política mexicana, los funcionarios públicos y
líderes sindicales disfruten de sueldos millonarios y vivan como reyes?
Ya
es hora de que los trabajadores todos, no nada más los que ganan el
salario mínimo, comencemos a discutir seriamente acerca del salario que
necesitamos para vivir dignamente. Todos a demandar aumento general de
salarios, más y mejores empleos, alimentos baratos y de buena calidad,
educación pública, laica y gratuita. Eso para comenzar a luchar y
organizarnos sin charros ni politicastros.
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