martes, octubre 01, 2013

BRASIL: LA CRISIS DEL NEOLIBERALISMO SOCIAL

Tomás Oropeza Berumen
El terremoto que sacudió a las principales ciudades de Brasil en junio pasado continuará  teniendo réplicas que sin duda se mantendrán más allá de 2014, cuando se realice la elección presidencial y la presidente, Dilma Rousseff tratará de reelegirse.

Con una población de casi 193 millones de habitantes que se han despertado del prolongado letargo de los dos mandatos del presidente Inacio Lula da Silva (2003-2010), cuya política económica asistencialista sacó de la miseria extrema a cerca de 40 millones de pobres -sin superar las causas estructurales de esa condición-  el gigante sudamericano está viviendo una situación que podría desembocar en el fin de un patrón de acumulación neoliberal con ribetes keynesianos, diseñado para repartir las migajas de la riqueza al mismo tiempo que se aumenta la concentración de capital y poder político en manos de la oligarquía y sus nuevos socios de “izquierda”

La masiva rebelión que cuestiono y desenmascaró la naturaleza del régimen lulista continuado con menos carisma por la señora Rousseff ha servido para que los economistas, sociólogos y politólogos, pero sobre todo los trabajadores y militantes de la izquierda no domesticada nos informemos de lo que acontece en aquélla nación que el desaparecido economista y sociólogo Ruy Mauro Marini consideraba una potencia subimperialista.
Al hacer un  análisis de lo acontecido en Brasil, donde el año próximo se realizará el Mundial de fut bol y en 2016 los Juegos Olímpicos, el periodista Raúl  Zibechi,  autor de Brasil Potencia explica (Periódico Diagonal) que la pequeña manifestación de unas 5 mil personas el 6 de junio se extendió a unas cien ciudades con una participación de más de un millón y medio de personas debido al terrible estado de los servicios para los sectores populares. De manera que a la relativa mejoría de 40 millones que emergieron de la pobreza extrema, no coincidió con una evolución en educación,  salud y transporte. Por ejemplo dice el autor de Brasil Potencia, que los sectores populares viajan entre cuatro y cinco horas diarias en autobuses atiborrados y caros, mientras que los ejecutivos utilizan helicópteros.
Otro asunto que desató la indignación multitudinaria es el derroche de recursos públicos (15 mil millones de dólares), que en vez de utilizarse para mejorar los servicios mencionados, se destinaron a construir o reconstruir 12 estadios, 21 aeropuertos, 7 pistas de aterrizaje, 5 terminales portuarias, carreteras y hoteles de lujo para los turistas que acudieron a la Copa Confederaciones en Junio y irán al Mundial de Fut el próximo año y a los Juegos Olímpicos en 2016. Tdos esto está provocando el desplazamiento de un cuarto de millón de personas, según informa la Articulación Nacional de Comités Populares de Copa.
El mismo autor comenta en el diario Gara que la masiva rebelión del pueblo brasileño no se produjo antes debido a que bajo el mandato de Lula se articularon “políticas sociales amplias” para la neutralización de los más potentes movimientos populares, en un contexto de bonanza económica gracias al aumento en los precios de las materias primas y los alimentos de exportación (commodities).  
El programa Bolsa Familia llegó a la cuarta parte de la población, mejorando los ingresos de los más pobres. Y el salario aumentó 300 por ciento en una década (de 240 reales en 2003 a casi 700 reales en 2013).
El sociólogo Ariel Goldstein (Rebelión) menciona otros programas que formaron parte del pacto lulista: Bolsa Família, Minha Casa, Minha Vida, que a su decir “garantizaban un círculo Keynesiano de consumo, inversión y fortalecimiento del mercado por el incremento de la capacidad adquisitiva de los sectores populares”.
Con una política económica para combatir la pobreza y al mismo tiempo mediatizar las luchas obreras, el régimen lulista disminuyó el número de huelgas a un promedio de 300 - 400 (al concluir la dictadura en 1989  fueron 4 mil (el mayor número de huelgas en el mundo).
Y la celebración oficial del 1° de Mayo, se realiza una fiesta con sorteo de coches pagado todo  por el gobierno y las grandes corporaciones (Petrobras, Banco do Brasil, bancos Itacú y Bradesco. Las multinacionales Carrefour, Brahma y BMG.
¿Quienes llevaron a cabo el levantamiento social?
No fueron los sindicatos oficiales, ligados al Partido del Trabajo, quienes en determinado momento trataron de montarse en la ola. Sino movimientos de jóvenes desempleados, estudiantes y militantes que tenían y tienen en común el ser miembros de una generación sin perspectivas dentro del sistema político brasileño y padecer todas las calamidades de la corrupción de la clase política y la desigualdad social. El Movimiento por el Billete Gratuito (MPL), los Comités Populares de la Copa, entre otras docenas de organizaciones, grupos e individuos fueron los que convocaron a las manifestaciones utilizando el facebook, twitter y la parafernalia tecnológica de hoy día.
Entre las organizaciones populares de viejo cuño estuvieron la Confederación Nacional de Trabajadores de la Agricultura, Federación de Trabajadores de la Agricultura Familiar, Movimiento de Pequeños Agricultores, movimiento de pescadores, quilombolas, pueblos indígenas, mujeres campesinas, pastorales rurales y el MST nos informa  Stedile.
Sin embargo la experiencia política del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) en voz de uno de sus fundadores, el economista Joao Pedro Stedile, tuvo la capacidad de resumir las demandas de la oleada popular al unirse a la convocatoria para la realización de una huelga general en la que sólo participó un sector de la clase trabajadora pero que tuvo un éxito relativo gracias al bloqueo de las vías de comunicación llevado a cabo por sectores piqueteros.
Estos son algunas de las demandas:
Convocatoria a una Asamblea Constituyente Exclusiva; reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales sin reducción de salarios; Rechazo a la terciarización del trabajo (subcontratación); reforma tributaria progresiva; aumento de los recursos públicos aplicados a la salud, educación y transporte público; suspensión de las subastas de petróleo y de las concesiones de exploración de minas; tarifa cero en el transporte público para todos.
En cuanto a las demandas del MST destacamos algunas: Expropiación de las tierras controladas por las empresas extranjeras; abolir los agrotóxicos (...) y la revisión a fondo de la liberación de los transgénicos y control social. Cancelación de la privatización del agua, energía,minerales, bosques,  ríos y mares, fin de la ley Kandir que exime de impuestos a grandes empresas agroindustriales exportadoras.
Ni la visita del papa calma la protesta
Una nueva sorpresa fueron las movilizaciones que, aunque menos numerosas,  se reactivaron el 22 de julio con la llegada del papa Francisco y el derroche económico de 40 millones de euros que costó la realización de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
En Río de Janeiro, una muchedumbre de jóvenes convocados por Anonymous se concentró afuera del Palacio de Guanabara para protestar por el derroche de recursos públicos en la visita papal, mientras la presidenta Rousseff y el jerarca católico conversaban protegidos por policías antimotines que reprimieron brutalmente a los manifestantes.
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Mucho falta por analizar de los grandes acontecimientos que tuvieron lugar el mes de julio en la patria del escritor  Jorge Amado, autor de Doña Flor y sus dos maridos. 

 Sin duda la lucha sigue de manera subterránea y a plena luz allá en Brasil. Esta por verse si continúa el dominio de la oligarquía mediante la administración de una burocracia de izquierda populista o si el próximo año se produce un viraje hacia posiciones abiertamente conservadoras.

Hoy sigue vigente el dilema planteado por la revolucionaria Rosa Luxemburgo. Serán las masas las que decidirán que el futuro sea de socialismo o de barbarie.

Publicado originalmente en  Antípoda http://www.economia.unam.mx/academia/inae/antipoda/

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