Para la gran mayoría de los académicos de la UNAM el próximo
día del maestro será una fecha para escuchar, como cada año, discursos demagógicos sobre el papel de los
profesores en la universidad más importante del país.
La realidad de la que nunca se habla ni siquiera por los
propios afectados es que más del 75 por ciento del personal académico
universitario además de mal pagado sufre de inestabilidad laboral. Esa mayoría de académicos es contratada cada semestre y
recibe un pago de 74.80 por hora clase (5.69 dólares por hora) y aunque muchos llevan décadas trabajando
nunca llegan a tener estabilidad en el empleo.
A lo anterior hay que agregar la marginación permanente en
que viven estos maestros a quienes en realidad no se toma en cuenta para llevar
a cabo las reformas en los planes y programas de estudio, pues como la mayoría
labora en otros empleos, donde se gana el sustento, no tiene tiempo para participar en las
interminables discusiones, foros, congresos, etc., que se realizan para
aparentar que las decisiones se toman
democraticamente tras un proceso de reflexión colectivo.
Son los burócratas (funcionarios) que también ejercen la
docencia quienes imponen el punto de
vista y los intereses de las autoridades (ligadas por lo general a los grupos
dominantes de la burguesía) para colocar a la universidad como fábrica de mano
de obra sumisa y barata para el capital.
Los académicos universitarios tampoco contamos con una
organización que defienda nuestros intereses como trabajadores. Ni las AAPAUNAM
ni el STUNAM nos representan. En las primeras prevalece el servilismo ante el grupo que
gobierna la UNAM. Es una especie de sindicato blanco. Por su parte el STUNAM
mantiene marginados a los académicos en sus filas donde prevalece el
gremialismo, la antidemocracia y la
corrupción, rasgos típicos del charrísmo sindical, mal disimulado con un
discurso de izquierda perredista.
Esa es la situación de las dos terceras partes del
profesorado, que con su trabajo precario aporta, una enorme riqueza a nuestra
universidad.Hay también una minoría privilegiada de académicos que se
benefician de su amiguismo y compadrazgo con los jerarcas de la UNAM. Esta vive en un mundo maravilloso y no quiere que
nada cambie. Siempre se opone a los movimientos estudiantiles o laborales
porque siente peligrar sus intereses. Por ello en la lucha contra el aumento de
las cuotas de 1999-2000 que era en realidad una lucha en defensa de la
gratuidad educativa, muchos ilustres maestros eméritos llamaban a la represión,
apoyando con ello los planes del Fondo Monetario Internacional.
A pesar de esta adversa situación, la mayoría del profesorado universitario se mantiene firme y cumple su deber con
entusiasmo porque es consciente de que la UNAM pertenece al pueblo de México y
es un extraordinario lugar para trabajar, enseñar y aprender junto con los estudiantes. Y por
ello mismo es necesario que los académicos nos organicemos para enfrentar junto
con los maestros de educación básica la política neoliberal de Enrique Peña
Nieto.
La lucha que hoy libran los
profesores al servicio de la Secretaría de Educación Pública contra la
reforma educativa del presidente impuesto mediante la compra del voto y la
propaganda mediática debe ser apoyada por los académicos y los estudiantes
universitarios y por todo el pueblo de México, porque lo que realmente pretende
el gobierno ( además de despojar a los profesores de sus derechos y estabilidad
laboral) es entregar a los empresarios el sistema educativo público, laico y
gratuito que ha educado a millones de mexicanos.
Taller de Economía del Trabajo de la Facultad de Economía,
UNAM (13/5/013)
google law firm
ResponderBorrar