domingo, octubre 23, 2011
LA INDIGNACIÓN Y LA LUCHA CONTRA EL CAPITAL
Tomás Oropeza Berumen
Pensar que el capitalismo en su modalidad de capitalismo salvaje se derrumbará por sí solo en la crisis que vive hoy el sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción y la explotación de los asalariados es una ilusión paralizante.
Respetables economistas aseguran que la recesión económica que vive hoy la mayor parte del mundo y que afecta en distinto grado a los países que aún registran crecimiento de PIB, es tan grave –o más- que la de 1929.
Aquélla debacle la superó el sistema mediante el recurso del ascenso del fascismo, la Segunda Guerra Mundial, la derrota de los intentos revolucionarios en Alemania y España, etc. Con la destrucción de millones de vidas, la devastación de la industria y agricultura de Europa, Rusia, y Japón, entre otros países. De esa matanza emergió nuevamente el capitalismo y el Estado de Bienestar que entraría en una nueva crisis a finales de los años sesenta.
Hoy se habla de que el neoliberalismo ha fracasado y de la necesidad de remplazarlo. Pero desafortunadamente no se sabe bien con qué. A lo sumo en la mayoría de los casos en que los economistas “serios” abordan el tema se plantea el retorno al Estado de Bienestar. Pero, como diría uno de los expositores de Proyecto Alternativo de Nación del Movimiento de Renovación Nacional (MORENA) que se realizó hace unas semanas en la Facultad de Economía, UNAM: sin llevar a cabo nacionalizaciones ni cambios bruscos. O como hace unos días expresó el aspirante a la presidencia Andrés Manuel López Obrador en una exposición ante empresarios de Nuevo León: no se perseguirá a nadie, no habrá revanchismo, no se realizarán re estatizaciones, etc.
Se pretende superar los graves problemas económicos que vive el país con una especie de keynesianismo diluido. Ni siquiera de plantea conforme al paradigma del nacionalismo revolucionario, recuperar para la Nación lo que los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN han privatizado.
Generados por la descomposición del capitalismo globalizado y la devastación económica y social que ha producido, han surgido en el mundo movimientos sociales que son una respuesta al empobrecimiento interminable de millones de personas que hasta hace unos años vivían en condiciones aceptables y hasta envidiables para los mexicanos.
Tal es el caso de los Indignados de España, quienes en su origen eran la generación más escolarizada que en su historia ha tenido ese país y que no obstante siguen formando parte del ejército industrial de reserva. Lo mismo podría decirse del caso de los ocupas de Wall Street.
A pesar del individualismo, la indiferencia y cinismo que prevalece en la mayor parte del mundo y que regula la conducta de jóvenes y viejos, hoy esos gérmenes de inconformidad de una pequeña minoría se está extendiendo y empatando con movimientos de otros sectores de la juventud proletaria en otras latitudes. Es el caso de los movimientos estudiantiles de Chile, Honduras, Colombia y la misma Península Ibérica.
La jornada mundial de los Indignados realizada el 15.X.011 abarcó más de ochenta países y 951 ciudades, con distintos grados de intensidad, participación, violencia represiva, etc. Pero en todos lados fue visto con simpatía por la población, no cabe duda.
En México también se llevó a cabo en varias ciudades donde se yuxtapuso con otras indignaciones y encabronamientos. Hoy los jóvenes y no tan chavos mantienen un plantón frente a la Bolsa de Valores en la avenida Reforma, apoyando al maestro de la Universidad Autónoma Metropolitana Edúr Velazco Arregui, quien comenzó una huelga de hambre el once de octubre demandando que el presupuesto destinado a la educación equivalga al 2 por ciento del PIB; que a los 16 mil electricistas del SME lanzados a la calle por el gobiernode Calderón se les regresen sus empleos y que el salario mínimo se eleve a 400 pesos diarios.
Gracias a la historia de los de abajo, la no registrada en los libros de los vencedores que a toda costa trata de que los explotados pierdan la memoria, sabemos que los grandes movimientos sociales y las revoluciones comienzan con la indignación de unos cuantos que al extenderse a miles y millones se convierte en una fuerza material incontenible.
El movimiento que comenzó en España y que contra todo pronóstico de los marxistas “serios” ha surgido en el corazón del imperio, en Wall Street y que ahora se replica en países donde la población parecía aletargada, es una demostración de que se avecina una ola revolucionaria en el mundo y de que la lucha de clases entre proletarios, multitudes oprimidas y humilladas contra el capital y sus gobiernos y Estados será una realidad candente.
Hoy no es posible permanecer indiferentes, paralizados por el temor de la narcoguerra genocida de Calderón y los capos de la droga contra el pueblo, cuando millones de mexicanos comienzan a sufrir la hambruna provocada por el desempleo, la carestía de los alimentos, por el fracaso del neoliberalismo y el capitalismo, a los que habrá que sustituir por otro sistema económico, que deberá poner en primer lugar la socialización de los medios de producción.
Las luchas de los obreros mexicanos, electricistas, mineros, estudiantes, pueblos indios y campesinos, chavos encabronados, pensantes e INDIGNADOS nos recuerdan las últimas palabras del maestro del periodismo ético, Miguel Ángel Granados Chapa al despedirse de sus lectores y del mundo y confiar en que el futuro de México no será la ignominia.
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