sábado, julio 30, 2011


LOS TRABAJADORES ANTE LAS ELECCIONES DEL 2012

Tomás Oropeza Berumen

A once meses de que se lleven a cabo las elecciones federales del uno de julio del 2012, sería ingenuo pensar que gracias a ese proceso cambiará el destino de millones de mexicanos que hoy sufren de desempleo, bajos salarios, injusticia, violencia y antidemocracia, como nunca antes.

La imposición de una política económica favorable exclusivamente al gran capital, hace tres décadas bajo el régimen del presidente Miguel de la Madrid, que sometió al país a los dictados del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) han exacerbado los males consustanciales al capitalismo mexicano. Las maquilladas estadísticas oficiales del INEGI no logran ocultar la miseria del pueblo mexicano.
Aunque a partir de la crisis iniciada del 2008 se comenzó a cuestionar en todo el mundo al modelo diseñado por los padres del neoliberalismo Milton Friedman y F. Hayek, dicha discusión no ha prosperado ni siquiera en las escuelas de Economía y los partidarios del retorno a la política económica ideada por J.M. Keynes no han avanzado en la construcción de una política y un movimiento social capaz de imponer el abandono del capitalismo salvaje y el retorno al Estado del Bienestar, falsa alternativa que los reformistas del sistema tratan de hacer pasar como solución a los grandes males del mundo actual.

Hoy los partidos políticos mexicanos están más preocupados por definir al candidato que les garantice el acceso al poder que en esbozar un programa que sirva para sacar del abismo de la pobreza a millones de desempleados, trabajadores, jóvenes desempleados y campesinos. No puede ser de otra manera, pues todos –sin excepción- sólo usan al pueblo para encaramarse en el gobierno y promover sus intereses y los del capital.

Todos en última instancia pretenden seguir aplicando la ortodoxia neoliberal y para ello buscan el control de lo que queda del Estado mexicano a 30 años de “libre” mercado y entrega de los bienes nacionales a la burguesía.

Los tres principales partidos y sus satélites además de buscar imponer en la silla presidencial a su candidato, intentarán ocupar el mayor número de curules en el Congreso para hacer viable la instrumentación de su proyecto. La contienda electoral será por 500 diputaciones (300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional) y 128 senadores. Hasta hoy no reelegibles en el periodo inmediato que para los primeros es de tres años y de seis para los segundos.

El Estado y el país son el gran botín en disputa en una contienda donde todo vale, como la del 2006 y la que tuvo lugar hace unas semanas en el Estado de México, donde el 57 por ciento de los empadronados se abstuvo de sufragar y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tuvo más del 60 por ciento de los votos, gracias a un operativo para –como en los viejos tiempos- efectuar un fraude electoral y planchar a sus oponentes.

No debemos olvidar que desde hace muchos años los partidos políticos mexicanos son grupos mafiosos que representan los intereses de distintas facciones de la burguesía “nacional” y extranjera. Es mentira la versión de que constituyen una clase política autónoma, como han propalado los neoliberales de derechas e “izquierdas”.

El Partido Acción Nacional (PAN) se distingue por ser un fiel defensor del capital norteamericano e ibérico. Felipe Calderón el presidente de facto, no habría podido mantenerse en Los Pinos sin el apoyo de Estados Unidos. El PAN es un acérrimo enemigo de la clase trabajadora, del campesinado, los millones de jóvenes pobres, los pueblos indios y las mujeres.

Ha impuesto al país una antipopular estrategia bélica para combatir un fenómeno social derivado de la miseria material y moral capitalista, la narcoguerra a cargo del Ejército y la Marina, violando la Constitución Política Mexicana. Conforme al Plan Mérida, versión mexicana del Plan Colombia, busca combatir un problema social sólo con la fuerza militar bajo las instrucciones del Pentágono.

Es el partido más desprestigiado y las pasadas elecciones en Edomex, Coahuila, Nayarit e Hidalgo lo demuestran. En sus filas la caballada esta flaca, pero son muchos los suspirantes a la candidatura blanquiazul.
Ernesto Cordero, egresado del ITAM, secretario de Hacienda, parece ser el delfín de Calderón; Josefina Vázquez Mota, economista de la Universidad Iberoamericana, actual la coordinadora de la bancada panista en la Cámara de Diputados y ex coordinadora de campaña de Calderón realiza un gira por todo el país auto promoviéndose; Alonso Lujambio, sociólogo también egresado del ITAM y actual titular de la Secretaria de Educación Pública parece estar eliminado por el escandaloso caso de la Estela de Luz, el monumento conmemorativo del bicentenario de la Independencia mexicana que lleva casi dos años de retraso.

No olvidemos al chihuahuense Santiago Creel, descendiente de una poderosa familia porfirista, abogado egresado de la UNAM, quien se adelantó renunciando a su cargo en el Senado para organizar el Movimiento México Hacia Adelante quien dice que defenderá las proezas del panismo en los nefastos once años que lleva en el poder.

En el PRI hasta ahora no hay tantos aspirantes a la grande. El candidato del grupo Atlacomulco y el duopolio mediático de Azcárraga y Salinas Pliego, Enrique Peña Nieto, abogado egresado de la Universidad Panamericana y gobernador saliente del Edomex, parece no tener rival. Aunque el senador Manlio Fabio Beltrones, economista por la UNAM, busca hacerle sombra.

A quienes hoy piensan que el tricolor no gobernó tan mal como el panismo no está de más recordarles que el tricolor ejerció el poder combinando la mano dura y las concesiones políticas durante 70 años y ha sido un promotor del neoliberalismo desde el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-88) y Carlos Salinas de Gortari, quien llegó a la presidencia mediante un fraude electoral.

Por su parte el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que ha sufrido un acelerado proceso de derechización al grado que en aras de “derrotar” al PRI, realizó alianzas con el PAN. Y en los estados donde gobierna (Guerrero, Michoacán y Chiapas) ha sido encarnizado enemigo de los movimientos indígenas, laborales y campesinos autónomos.

En el Distrito Federal, el jefe de gobierno Marcelo Ebrard se ha convertido en un promotor de las privatizaciones de bienes públicos (como los deportivos populares) y de obras públicas para beneficio del gran capital. En los meses recientes ha encabezado la Confederación Nacional de Gobernadores (Conago) y compartido la estrategia calderoniana de combate a la delincuencia.

La diferencia con la política panista se ha borrado tanto que se le ha mencionado como un posible candidato común en una alianza PAN-PRD, que recientemente fue descartada públicamente por Calderón.

Ebrard se ha alejado del populismo social socialdemócrata para acercarse más al neoliberalismo y es bien visto por sectores del capital nacional e internacional.
Otro actor que desde el PRD y en alianza con el Partido del Trabajo buscará la presidencia es el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien en los hechos lleva más de cuatro años de campaña desde que fue despojado del triunfo en los comicios federales del 2006.

Politólogo por la UNAM, López Obrador hace unos meses constituyó el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que en los hechos es su plataforma de lucha por la presidencia. De todos los suspirantes es el único que discrepa de la ortodoxia neoliberal y su discurso está orientado por la teoría de Keynes, partidaria del pleno empleo y el Estado del Bienestar.

De haber un juego electoral limpio en el país es probable que este movimiento lograra arribar al poder, pero dado que el proceso electoral está organizado y controlado por un Instituto Federal Electoral (IFE) espurio, controlado por la alianza del PRI-PAN esa posibilidad está cancelada.

Por último, una probable reforma política como la que propone el movimiento por la Paz y la Justicia encabezado por Javier Sicilia, en concordancia con la Calderón ha promovido, podría alterar un poco el panorama, pero no modificarlo a favor de los explotados. La reelección de diputados, senadores y presidentes municipales; las candidaturas ciudadanas, el plebiscito y el referéndum, no sirven de nada en una sociedad como la mexicana, donde quienes deciden en última instancia son los señores del dinero.

No hay que hacerse ilusiones. En México no habrá democracia en 2012, si acaso hay elecciones. ¿Lo permitirá la delincuencia organizada de dentro y de fuera del Estado? Está por verse.

Pero lo que sí podemos decidir los de abajo, los explotados por el sistema socioeconómico, es organizarnos y movilizarnos en la lucha por nuestros intereses inmediatos y estratégicos, fuera del control de los partidos políticos y del Estado.

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