domingo, marzo 13, 2011
ELECTRICISTAS RESISTEN Y PREPARAN NUEVAS ACCIONES
Tomás Oropeza Berumen
La tenaz lucha de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ha cumplido 17 meses y desde hace once días sostienen un campamento en el zócalo de la capital del país, que se suma al plantón instalado hace meses frente a la Cámara de Diputados.
No se rajan. A pesar de que el sol y las granizadas los han acosado. Más dura es la indiferencia de quienes pasan apurados por el corazón del país y apenas los miran. Su lucha ha dejado de ser la sensación del momento. Pocos les prestan atención. Casi todo mundo está ensimismado en sus problemas. Pero los que siguen dando la batalla se han endurecido. No se hacen ilusiones y saben que van a vencer al régimen del PRIAN que se está cayendo a pedazos.
Están ahí para presionar a un gobierno que hace como que ni los ve ni los oye. Y para decirle a la gente que siguen demandando su recontratación por un patrón sustituto o por una nueva empresa que provea de electricidad a la capital del país, porque le Comisión Federal de Electricidad (CFE) no tiene derecho a hacerlo. Está invadiendo su materia de trabajo.
Arriba hay una lucha a muerte por el gran hueso que es la presidencia de lo que queda de la República. En el PRI,l PAN y PRD se fraguan traiciones y alianzas para encaramarse en el poder el 2012. El país está militarizado con el pretexto de la narcoguerra y los militares se han convertido en un poderoso grupo de presión. Sin embargo los señores de la droga le disputan al gobierno el control de varias regiones del país.
Abajo sigue creciendo el descontento que revienta donde menos se espera. Como ocurrió la semana pasada en la UNAM, de donde fue corrido por estudiantes y trabajadores el senador priista Francisco Labastida con gritos de ¡Fuera rata! En Ixtapaluca, edomex, cientos de habitantes quemaron dos camiones en protesta porque el chofer de uno de ellos atropelló a dos ancianos. La población enfrentó a pedradas a la policía que les lanzó gases lacrimógenos y sitió durante varias horas el pueblo de San Francisco Acuautla.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, decenas de esposas, trabajadoras y usuarias de la desaparecida Compañía de Luz y Fuerza del Centro llegaron a Los Pinos a pedir una audiencia a la esposa de Calderón. No las recibió pero les echó a los guaruras de la guardia presidencial, que las encapsularon y maltrataron para que se retiraran. Fueron reprimidas, pero el mundo se enteró como son tratadas las mujeres mexicanas por el panismo.
De los casi 45 mil trabajadores lanzados al desempleo el 10 de octubre del 2009, cuando miles de soldados del ejército mexicano tomaron las instalaciones de la CLyF para ejecutar el decreto de extinción de esa paraestatal, dictado por Felipe Calderón, hoy quedan 16 mil 900 en resistencia.
Han rechazado la liquidación que el gobierno les ofreció y han sobrevivido todo este tiempo en medio de penurias económicas y sufrimientos que no aparecen en las estadísticas. Pero se han convencido de que su decisión ha sido acertada al constatar que a sus ex compañeros que aceptaron el puñado de monedas que les dio el gobierno a cambio de finalizar su relación laboral les ha ido peor. Se han quedado sin dinero; la secretaría del Trabajo no les cumplió las promesas que les hizo (empleos, franquicias, capacitación, etc.) Hoy viven solitarios y sin esperanzas.
Los sindicalistas despliegan su lucha en varios frentes: en el legal, en las cámaras de diputados y senadores (legislativo) y mediante la movilización social. Tratando de combinarlos y aprovechar las coyunturas para obtener el mejor resultado. Saben que están librando una guerra contra un gobierno al que el capital le encomendó la misión de acabar con los sindicatos y las conquistas obreras. Pero consientes de los tiempos políticos intentan presionar al Congreso cuyo periodo ordinario de sesiones termina en abril.
Aunque se mantiene la unidad sindical no todos comparten acríticamente las decisiones del comité ejecutivo. Hay quienes estiman que ha pecado de tibio y legalista. Eso se vio en la huelga de hambre que fue levantada a los 90 días de iniciada, cuando estaban a punto de sucumbir de inanición varios trabajadores. De las promesas que les hizo la secretaría de Gobernación para que la suspendieran no se han cumplido casi ninguna.
El mes pasado la directiva del SME le ofreció 200 mil votos al gobernador del edeomex Enrique Peña Nieto a cambio de los diputados del PRI promuevan la creación de una nueva empresa eléctrica que los contrate. Pragmatismo ingenuo, si piensan que el candidato presidencial de Televisa y responsable de la represión de San Salvador Atenco les va a cumplir. La desesperación es mala consejera.
El SME, a diferencia de otros movimientos obreros ha utilizado intensa y creativamente la Internet, las redes sociales y cuenta además con Radio SME y Radio Turbina para intentar romper el cerco informativo de los monopolios electrónicos Televisa, Tv Azteca y todas las estaciones de radio al servicio del gobierno.
Iniciativas editoriales como la de El Transformador, un pequeño folleto donde un grupo de trabajadores despedidos y jubilados publican sus opiniones, es ejemplo de la prensa obrera que tanta falta hace en el país.
Ese grupo de activistas del SME también lleva a cabo una campaña de educación entre los usuarios del servicio eléctrico, explicándoles que no deben pagarle la luz a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) porque no tienen firmado ningún contrato con esa empresa. Y por lo general logran convencer a los habitantes de los barrios y unidades habitacionales de que pongan su queja en Procuraduría Federal del Consumidor (PFC) y de que no permitan que les instalen los medidores de prepago, cuyo precio de 6 mil pesos deben pagar los usuarios.
A lo largo de 17 meses de brega muchos sindicalistas han tomado conciencia de lo que es este país, donde las instituciones y partidos son controlados por la gran burguesía y sus agentes. La conciencia de clase se ha ido formando en ellos y saben que ningún partido defiende los intereses del pueblo. Saben también que el cambio en México sólo podrá ser obra de los trabajadores y las multitudes de desposeídos, los pueblos indios y campesinos.
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