viernes, octubre 05, 2018





AMLO la falsa esperanza de la izquierda

Nelly Moro U.



Con el futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador está involucrado el sentimentalismo  la esperanza de que México va a cambiar, aun a pesar que claramente las políticas económicas seguirán manteniendo de cierto modo un corte neoliberal, analizar o querer pretender que con sentimentalismo y esperanzas es algo subjetivo que desvía del correcto análisis de las políticas económicas y sociales que pretende aplicar.
Muchos de los llamados de izquierda entran en este juego de sentimentalismo perdiendo el análisis correcto. Ven con esperanza que el solo hecho de que AMLO este en el poder la transformación económica se dará como por arte de magia, pero aunque todas las esperanzas se unan los hechos concretos están delante.


En primer lugar MORENA el partido político que representa a AMLO es un partido pequeño burgués compuesto en su mayoría por ex priistas, ex perredistas y ex panistas una serie de personajes vividores de la política, que en su trayectoria tienen un “oscuro pasado” que los lleva a ser totalmente desconfiables, personajes ligados con corrupción, traición, narcotráfico entre otras cosas, políticos que estarán en puestos claves en el futuro gobierno, como un ejemplo de ello es el gobernador de Chiapas un gobernador corrupto y reaccionario, otro ejemplo de ello es la “compra” de 3 diputados del partido verde ecologista para poder ser el partido con mayoría absoluta claramente un método  que solía utilizar el priismo corrupto.


Con respecto a sus políticas económicas, AMLO y su equipo que llevarán las riendas económicas expresan claramente que seguirán los acuerdos, pactos y tratos preferenciales con el gran capital. Un ejemplo de ello es el resurgimiento de aplicar el llamado Plan Puebla Panamá, el cual es un plan que beneficia al capital estadounidense en perjuicio de las comunidades del sur del país, propuesto por el ex presidente Vicente Fox, pero creado por los estadounidenses, es un proyecto al servicio de las transnacionales y que busca la expansión capitalista a través de relaciones de dependencia y subdesarrollo en esa región, además de los riesgos ambientales con la devastación de grandes zonas naturales por la construcción del Tren Maya y otras obras de infraestructura cuyo objetivo va hacer la movilidad de mercancías y mano de obra.


Otro ejemplo es los nuevos acuerdos del TLC ahora llamado USMCA que se firmaron, acuerdos claramente perjudiciales para el pueblo de México, acuerdos que reafirman la relación de dependencia económica hacia los Estados Unidos,y no solo eso, si no que endurece la explotación de nuestros recursos naturales y humanos acentuando más que México sea solo un país maquilador y exportador de materias primas, y si bien es cierto que el gobierno priista actual fue el que firmó los acuerdos, AMLO, no se pronunció al respecto, sobre temas que realmente afectan al proletariado y campesinado mexicano, dejando claramente en evidencia que la clase trabajadora no es su prioridad.


AMLO pretende compensar esta falta de prioridad a la clase trabajadora con apoyos a los abuelitos, jóvenes, capacitación a obreros, etc, sin embargo dar limosnas y apoyitos no es la solución para la gran pobreza y miseria en la que se encuentra la gran masa de la población mexicana. Se necesitan empleos con seguridad social, con contratos colectivo de trabajo, con prestaciones, se necesitan empleos para profesionistas, se necesita quitar la reforma laboral que es una reforma que somete y socava los derechos laborales, meter en cintura a las empresas transnacionales que no dan garantías laborales a los trabajadores, los obligan a trabajar más de ocho horas, sin prestaciones, sin seguridad social, baja condiciones infrahumanas, pagándoles el salario mínimo.


El gobierno que pretende conducir AMLO es un gobierno que no es de izquierda, es de centro tirándole a la derecha, no nos engañemos, pretendiendo que todo será color de rosa, tal vez si para  algunos los capitalistas nacionales y transnacionales, tal vez para unos sectores de trabajadores, pero no para la gran mayoría de mexicanos los cuales somos 127.5 millones, de los cuales 53.4 millones viven en pobreza y 9.4 millones en pobreza extrema.


jueves, octubre 04, 2018


Resultado de imagen para marcha del 2 de octubre 2018El espíritu del 68 sigue combativo en 2018

Tomás Oropeza Berumen

El recién pasado 2 de octubre, 50 años después del genocidio del PRI-gobierno para acabar con el movimiento estudiantil y popular de 1968, decenas de miles de estudiantes de todos los centros de educación superior y de las Normales rurales, junto a decenas de organizaciones populares tomaron las calles para realizar una manifestación y recordar a los mártires de 2 de Octubre.

Pero no solo para recordar, sino también para exigir Educación pública y gratuita para todos los jóvenes mexicanos. Castigo a los responsables de la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa; desaparición de los grupos de porros en la UNAM, y democratización de la misma así como un NO a la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Cdmx y un alto a los feminicidios. Miles de estudiantes, profesores y trabajadores de la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Pedagógica, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Ciudad de México, Normales rurales, Universidad de Guadalajara y hasta del Tec. de Monterrey marcharon lentamente desde la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco por la antigua avenida San Juan de Letrán como un río que no tiene suficiente espacio hacia el Zócalo. En el lento caminar de una juventud y un pueblo que exige soluciones al estilo plebeyo. Lejos de las Cámaras de Diputados y Senadores dónde también se recordó y se hicieron declaraciones pero del castigo a los responsables nada se dijo.

FUE EL ESTADO decía una de las mantas. Por Qué nos asesinan, si somos la esperanza de América Latina, exclamaban los chavos de la facultad de Química. Fuera porros de la UNAM, exigían muchos más.

Justicia! justicia!  Gritaban mientras corrían muchachas y chavos. Tal vez hijos o hasta nietos de los que hace 50 se levantaron contra el autoritarismo de un Estado cuya naturaleza de clase no ha cambiado.

NO NOS HAN VENCIDO, asentó Félix Hernández  Gamundi ex miembro del Consejo Nacional de Huelga del 68,  “Apenas estamos comenzando” ante miles de personas que llegaron a la gran plancha corazón del país, frente a los símbolos del poder burgués: la Catedral y el Palacio Nacional. Con la bandera nacional a media asta.

Está lucha es una larga marcha de un pueblo que no se va a conformar con cambios cosméticos. Y que no olvida ni perdona a los que ordenaron y cometieron la masacre del 2 de octubre ni las de Aguas Blancas, Tlatlaya, y muchas otras que ha convertido a México en el país de la impunidad.

Hoy vivimos tiempos de efervescencia social porque la juventud que asiste a los centros de educación media y superior está harta de tanta injusticia y falta de expectativas. Los profesores asfixiados por una reforma educativa que el nuevo gobierno quiere dejar solo maquillada. Los pueblos originarios del Valle de México amenazados por el megaproyecto de muerte que significa el Nuevo Aeropuerto de la CDMX van a defender su derecho a la vida y la madre tierra. Y los pueblos originarios van a defender sus recursos naturales ante los proyectos de las trasnacionales capitalistas que con el apoyo del Estado han avanzado destruyendo todo a su paso. 

Pero hoy algo grande y poderoso se está gestando en el subsuelo de este país. La derrota de del PRI y sus aliados es sólo la punta  del iceberg.

lunes, octubre 01, 2018

 

Antes de que se me olvide


Tomás Oropeza Berumen


En 1968 yo tenía 15 años y estaba en segundo de secundaria en la Universidad Autónoma de Chihuahua, dónde se  trataba a los alumnos como niños delincuentes.
Había unas señoras que cuidaban de que lleváramos calcetines, cinturón y que no hiciéramos relajo en los pasillos. Eran unas ancianitas qué sólo hacían el trabajo por el que les pagaban, pero para nosotros, adolescentes, eran la figura de la autoridad junto con el secretario de la prepa, al que apodaban Pinocho, el señor Grajeda.
Las clases transcurrían aburridas y monótonas en su mayoría. Con sus profesores y maestras que seguramente también se aburrían en aquellos años del Milagro Mexicano que nunca sacó al pueblo de la miseria. Pero eso no se decía en la escuela.
Las clases no tenían nada que ver con la vida real. La escuela era como una realidad paralela, soporífera,  al menos en mi caso de chavo que vivía en lo que entonces era una colonia semi rural y sin pavimentar, Las Granjas (hace 50 años, UF!!). Mi papá era ferrocarrilero del CHP. Y creo que el único que tenía trabajo de planta entre los vecinos que eran albañiles, comerciantes, prostitutas (no se decía eso) meseros y hasta un chivero al que admirábamos por la maestría con que usaba la honda. Él era ya entonces una especie en extinción.
De la historia verdadera y real de la sociedad chihuahuense no se hablaba en las clases de historia ni literatura.
Yo no tenía la menor idea de lo que pasaba a mí derredor. Ni en el país ni en ninguna parte más allá de mi barrio y mi casa. Y eso es mucho decir.
Eso sí, me encantaba jugar al fútbol en una cancha que le arrebatamos al llano y los mezquites. Ahí jugábamos hasta que ya no veíamos la pelota y nuestras madres nos llamaban a cenar y dormir.  Después de ver algún programa gringo, cómo Bonanza, en la tele. O el noticiero de Jacobo Zabludovsky de cuya palabra nunca se dudaba en casa. Mis lecturas eran El Chanoc, Superman, Rolando el Rabioso, Hermelinda linda, El Santo, a veces La familia Burrón, Tawa, El hombre araña, Batman y Robin, y lo más culto: Clásicos de la literatura infantil. Y detestaba las Vidas ejemplares (de santitos, ja!). Todo este material de los sueños nos lo enviaba mi abuelo, desde Juaritos lindo y era una fiesta el día que el cartero llegaba con su cargamento.
En mi casa no había para comprar el periódico. Pero gracias a mi abuelo y al tío Manuel yo leía o más bien veía Sucesos para todos y La alarma!  Yo vivía en un mundo raro.
Pero una mañana llegué a la escuela y vi las fotos de niños y jóvenes muertos a balazos en un periódico mural en un pasillo de la secundaria y preparatoria de la UACH. Y me estremecí. Me indigne, Algo se movió en mí.
Y comenzaron las asambleas y manifestaciones. Convocadas por los alumnos más enterados y capaces de articular más de tres palabras para informarnos sobre lo que estaba pasando en México (así se decía y se dice todavía en Chihuahua).
Llegaron brigadas de activistas chilangos y mugrosos, de greña larga y mucho verbo a repartirnos volantes (octavillas dirían en las novelas rusas como La madre. Qué en ese entonces no había leído.
Y conocí el mimeógrafo. Los stenciles y los bastidores para hacer posters. Y escuchamos cientos de batos cómo yo las canciones sobre el Che Guevara de Judith Reyes, Daniel Viglietti, Mercedes Sosa y José de Molina. Nada que ver con los niños bonitos de la televisión César Costa, Enrique Guzmán o Angélica María, imágenes distorsionadas y ridículas de los jóvenes mexicanos que estaban en rebelión por un pliego petitorio que me aprendí de memoria para poder explicarle a los campesinos gorrudos y a las amas de casa y obreros a quienes les llevábamos los volantes en el mercado Juárez, la Plaza de Armas, la calle Libertad (la Liber), y paradas de camión, y la estación de los Ferrocarriles Nacionales de México y el Chepe que era el Delito de disolución social, los presos políticos, etc. Perdí el miedo a hablar en los mítines relámpago y hasta fui detenido por unos patrulleros que me llevaron a la delegación por repartir volantes. Y me salvé de ser rapado gracias a la rápida defensa de los Nachos ( estudiantes de Derecho agrupados en la Sociedad Ignacio Ramírez).
Aprendimos a leer, a hablar y a escribir volantes, pintas en los muros con aceite quemado mezclado con negro de humo (receta del entonces pasante de Derecho Jaime García Chávez que después, en la prepa sería mi profesor de Doctrinas Filosóficas y -como bibliotecario- orientador de mis escasas  lecturas).
Conocimos la pequeña ciudad del Chihuahua de aquellos años. Y fui consciente de que vivimos en una sociedad terriblemente injusta.
Pero después de la matanza de estudiantes del 2 de octubre en la Plaza de las tres culturas, las Olimpiadas nos hicieron “ olvidar”  por unos días la mierda en que vivíamos. Y aunque el año ya casi terminaba seguimos buscando una explicación a la violencia del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Y en la misma universidad las conferencias, discusiones y lecturas nos fueron aclarando las causas de la represión.
A un año de la masacre del 2 de octubre un profesor de Psicología nos dio una conferencia. Y esa misma noche el Ejército lo secuestró y torturó. Lo mantuvo desaparecido  en el Campo militar número 1 en la capital del país. Pero gracias a la movilización estudiantil y popular tuvieron que liberarlo.
El profe Antonio Becerra, miembro del PCM nos platicó en clase las torturas que le aplicaron. Y aunque para esas fechas muchos ya veíamos el oportunismo de ese partido le teníamos respeto a gente como él.
Muy intensos fueron los meses que siguieron. Muchos folletos y libros que nos prestaban o comprábamos con el sorbono, leímos para entender que México no era lo que nos habían dicho los libros de texto de la escuela pública. Ni lo que nos enseñaban los profesores de la UACH. Y fue en ese proceso que formamos un grupito de activistas, el Frente Estudiantil Preparatoriano (Frep) chavos como Juan Chávez , El abuelo, Pizarro, El Banano, el Ornelas, El niño, Borunda, Celia yo y otros que no recuerdo. Se trataba de deslindamos del Círculo Fraternal del Instituto, la sociedad de alumnos, más o menos oficiosa. Dónde luego conocí a Ignacio Rodriguez, Nacho, quién prácticamente abolió las novatadas y le dio un giro a la sociedad de alumnos hacia la izquierda.
En medio del movimiento estudiantil de la UNAM y el Politécnico y sus repercusiones en Chihuahua, dónde había motivos para el descontento se produjo, sin que muchos ni cuenta nos diéramos  la guerrilla de Oscar González, un intento por continuar la lucha de Arturo Gámiz y su grupo por tierra, pan y justicia para los campesinos.
Los años que siguieron al 68 fueron de rebeldía y lucha por todos los medios contra el gobierno de la burguesía.
Para enfrentarla el Estado utilizó, como siempre, al ejército y las policías en una guerra sucia cuyas consecuencias aún se viven. Pero lo más efectivo para mantener el dominio y la explotación ha sido la política de cooptación de una izquierda carente de principios. Que renegó del marxismo para asumir una ideología nacionalista y democrática burguesa. Dónde lo único que pueden hacer los explotados es participar en elecciones para votar por uno u otro de los representantes del capital.
Pero mientras haya explotados y explotadores, dueños de los medios de producción y millones de desposeídos que viven de vender su fuerza de trabajo, habrá lucha de clases y necesidad de una revolución socialista.
Cd. de México. A 30 de septiembre del 2018.
2 de octubre no se olvida!!