jueves, octubre 07, 2010
1968 - 2010
Tomás Oropeza Berumen
A 42 años del movimiento estudiantil - popular de 1968 y de la matanza del 2 de octubre, México padece un régimen antidemocrático y autoritario. Bajo un modelo económico donde el capital tiene patente de corso para explotar al pueblo y los recursos naturales sin ninguna clase de restricción.Y las demandas enarboladas en aquel entonces por decenas de miles de estudiantes de todo el país continúan siendo vigentes.
El cuerpo de granaderos, cuya desaparición se exigía, hoy es más numeroso y junto con agrupaciones paramilitares, escuadrones de la muerte, la policía, el ejército y la marina, sigue siendo un instrumento de represión de los gobernantes de todo signo.
Hay decenas de presos políticos en las cárceles del país. Se ha criminalizado a los luchadores sociales y muchos andan a salto de mata para evitar ser detenidos.
Las libertades democráticas son letra muerta. En los hechos varias entidades viven bajo el control castrense.
El ejército y la marina violan las garantías individuales de los mexicanos. Ambos cuerpos represivos realizan aprehensiones, torturan a los detenidos y violan campesinas y estudiantes. También han cometido asesinatos contra familias enteras.
Lejos de avanzar a la democracia el país ha sufrido la imposición de dos ejecutivos. Uno en 1988, cuando la oligarquía burló el resultado de las elecciones e impuso a Carlos Salinas de Gortari. En 2006 nuevamente mediante un golpe de Estado técnico se impuso al actual ejecutivo de facto, Felipe Calderón.
Con la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 2000, no se produjo una transición a la democracia, como esperaban los que votaron por Vicente Fox. La ultraderecha llegó al poder por un acuerdo de la cúpula que gobierna al país.
Se impuso el bipartidismo del Partido Acción Nacional (PAN) y del Revolucionario Institucional (PRI) por un acuerdo en el seno de la mafia política forzado desde la Casa Blanca, para crear la apariencia de democracia en el país y cerrarle el paso a la polarización social y a la izquierda electorera.
En aquél entonces, bajo un gobierno represivo y sanguinario como lo fue el de Gustavo Díaz Ordaz, el país vivía bajo una política económica implementada por un Estado de Bienestar (a la mexicana), sin democracia, con grandes problemas económicos, terribles desigualdades sociales y dependencia respecto a Estados Unidos. Esto en un contexto de guerra fría contra la supuesta amenaza del comunismo soviético.
Había lucha de clases en el campo y la ciudad. En el Norte del país, en Chihuahua, tuvieron lugar dos alzamientos armados. El encabezado por el maestro rural Arturo Gámiz (23 de septiembre de 1965) y en 1968 el de Oscar González. Ambos aniquilados por el ejército en cuestión de meses.
Luego de la matanza de Tlatelolco, habría de estallar la lucha guerrillera en el país durante varios años, para desaparecer bajo la represión de los gobierno de Luis Echeverría y José López Portillo y la reforma política que encauzó la inconformidad social por el cauce de la lucha electoral que atrajo a un sector de la izquierda radical que pronto fue domesticada.
A 42 años del 68 México vive bajo un régimen anti democrático de derechas que gobierna en beneficio exclusivo de la gran oligarquía y del capital trasnacional.
Desde hace cuatro años el país vive envuelto en la violencia propiciada por la guerra contra el narcotráfico del régimen calderonista. Hoy el enemigo interno creado por los estrategas del Pentágono es el narcotráfico y últimamente la narco insurgencia, concepto inventado en USA para justificar su creciente ingerencisimo. A la vez que desata una campaña confusionista.
Hoy la izquierda electorera prácticamente ha desaparecido como opción debido a las alianzas del PRD con la derecha panista. El control de los mecanismos electorales por la misma camarilla que cometió el fraude electoral del 2006 se mantiene y cancela las posibilidades de un juego limpio en las elecciones federales del 2012.
La situación de la clase trabajadora ahora es peor que en 1968, pues al creciente desempleo, los salarios raquíticos y el control sindical charro, hay que sumarle la quiebra de miles de empresas por la crisis económica y el Tratado de Libre Comercio, que como dijo Noam Chomsky, ha resultado más destructivo que la conquista española.
La flexibilización laboral, la subcontratación, los topes salariales, etc., no se conocían en 1968 y hoy son práctica común que la patronal utiliza para aumentar sus ganancias.
Parece no haber perspectivas de cambio en el país. Pero a pesar de la intimidante vigilancia policiaca del gobierno de “izquierda” en la capital mexicana, el pasado 2 de octubre marcharon miles de hombres y mujeres de todas las edades rememorando a los mártires de Tlatelolco y haciendo un llamado a luchar contra el genocidio neoliberal.
En Europa también los obreros salieron a las calles. En España hicieron una huelga general exigiendo la abrogación de la reforma laboral aprobada hace unos meses. Y en Francia con manifestaciones de millones que se oponen al despojo de las pensiones.
Los electricistas del SME, mineros, profesores y trabajadores universitarios, junto al estudiantado demostraron, una vez más en todos estos años, que el 2 de octubre no se olvida y exigieron la libertad para los presos políticos, entre los que se encuentra el estudiante de Filosofía y Letras de la UNAM, Víctor Herrera Govea, encarcelado desde hace un año en el reclusorio Sur del Distrito Federal.
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